viernes, 1 de mayo de 2020

LEGIÓN PARA LA VERDAD.


Confianza yo tendré. Mi armadura cargaré. Si contra mí se levanta una guerra, yo venceré. Frases tomadas de estrofas de una alabanza que su autor se inspiró del Salmo: 27, y que comparto para estos tiempos sociales de adversidad.

Y considero que son susurros de esperanza para esta diaria supervivencia. Y ahora más, que enfrentamos un dualismo de prioridades sociales, que son: el cuidar la salud y, a la vez, el ir reanudando gradualmente las actividades laborales para la reactivación de la economía nacional.

Porque adicional de las reglamentaciones ordinarias y científicas de la bioseguridad que debemos tomar con responsabilidad dentro y fuera de casa, decretos que son códigos de conductas de prevención no confiables del todo frente a la amenaza del contagio al Covid-19; para entonces, acantonemos el cuerpo, y abrámonos a la fe.

Y a propósito de normas, es la violación o infracción de la cuarentena obligatoria nacional que tiene en tela de juicio a la alcaldesa mayor de Bogotá, son de esas conductas violatorias reprochables de quienes tienen una responsabilidad mayor en los cargos públicos y políticos del país.

Predican, pero no aplican. Ese ha sido el común denominador de muchos líderes en la historia de la humanidad. Aquellos, aunque se han ganado el respeto y el reconocimiento popular de sus habitantes por muchas causas sociales cumplidas; pero por un error o imprudencia, han perdido la confianza y credibilidad entre otros.

Y considerando que somos humanos y cometemos equivocaciones, no obstante, las disculpas causadas por la mandataria públicamente, tanto ella como su pareja, deberán responderles a las autoridades competentes como cualquier ciudadano de a pie.

Porque entre otras cosas que NO debemos copiar y pegar, como una de las maneras de enseñanzas que este coronavirus nos debe dejar en sociedad e implícito para la post-pandemia, y entre la opinión pública, nosotros  no debemos pasar de agache en quienes hacemos uso de la crítica constructiva.

Y  no hacerse pasito por ese romanticismo ideológico muy predominante en la polarización política del país; sí, ese mismo que vemos, leemos y oímos, que, dependiendo del sector donde venga la infracción, de un lado u otro, se perdona o se pasa desapercibido según convenga.

Y no son testigos ustedes, por ejemplo, en temas de criminalidad se ha dicho o insinuado que hay muertos “buenos y malos”. Y en actos de corrupción pública, de justicia, o la política, se condena o se apacigua según el afín copartidario que se tenga, con, o los, infractores.

Pero mantener una imparcialidad para reprochar y aceptar disculpas según el delito causado, siempre será una piedra en el zapato para quienes, por alguna circunstancia, han tomado a un líder y su partido político como su bandera inconmensurable a seguir y defenderlo sin el derecho legítimo a la crítica.

Y yo que me he acostumbrado hacer equivalencias entre los quehaceres de la vida secular y la espiritual; y en la cual mi confianza reposa en lo segundo, primeramente.

Y como un libre pensador considero que, para mantener libertad e independencia ciudadana, valoro hechos públicos que edifiquen y cuestiono lo adverso. Vengan donde vengan.

Porque escrito está; en contravención a la mentira: Cuando actuamos por la verdad no tenemos movimientos políticos donde acampar nuestros ideales de meditación espiritual. Lucas 9:58.

Y entre otras cosas, en su opinión, ¿no son la mayoría ciudadana quienes han endiosado a líderes políticos vanidosos carentes de la autocrítica?

Una cosa he pedido al Señor, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo. Salmo 27:4

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