Recibí un mensaje en una de mis redes sociales de un expolicía, un guía canino que trabajó en el Aeropuerto de Barranquilla, laboró él, donde yo también laboré. Lugar donde interactuamos trabajos hace varios años.
El mensaje tenía que ver con una
enfermedad que padecía un pariente suyo, un joven hospitalizado en una clínica
con síntomas de la covid-19, en estado crítico y por el cual requerían
conseguir con urgencia una máquina ECMO.
Me pidió en especial dos cosas: Conseguir
la máquina con un contacto pudiente en el ámbito laboral donde creía que aún
estaba laborando, o a través de mis redes sociales por medio de mis columnas de
opinión.
Y este mensaje del expolicía
produjo el título de esta columna, porque me acordaba que mientras fui jefe de
operaciones le decía constantemente a mis compañeros que la eterna riqueza de
un hombre, es la formación y la conservación de la amistad. Aún en los casos
más complejos de la vida.
Siendo consciente de este plus
conciliador sanguíneo en mi personalidad, me cuestionaba si en verdad me
pasaría toda mi vida laborando y buscando consensos que permitían avanzar en
las operaciones con un fin de que las finanzas privadas no se afectaran y
produjeran rentabilidad y superávit empresarial.
Porque conozco por muchos medios
que la labor que se hace como empleado del sector público, un sector donde se
puede llegar a la multiplicidad de los beneficios en favor de lo social; pero
siempre se ha escuchado que ese sector, es lo más inoperante, ineficiente y
menos rentable, comparado con la labor que se exige en lo privado.
Entendiendo y siendo analítico de
que una cosa es la productividad que se obtiene en el sector público, contando
en la gran mayoría con gente capacitada y, otra cosa es la distribución
inequitativa nacional, regional y local en la inversión pública, de lo que no
llega o es malversada.
Aunque la prioridad de hoy en día
en medio de esta crisis sanitaria es la salud de la gente, pero volver a la normalidad
no será el sueño de la gran mayoría; mostrándose ahora un deterioro del empleo
y la iliquidez financiera del sector de la micro empresa en el país, y esto
obligará que el hambre y la pobreza, vuelvan a flote.
Esto del hambre y la pobreza
ordenan también a tener en el primer plano a los analistas y estadistas del
país a debatir sobre el tema de la productividad como primera tarea, en la
agenda de quienes aspiran a la candidatura de ser el próximo mandatario de los
colombianos.
Pero además de que pululen de
"genios" contar con sangre conciliadora, no es de poca monta, porque
también se debe pensar y considerar que un estadista sea un garante en la
consecución de un fundamento básico, para hallar la tan Sagrada Reconciliación
Nacional.
Y este coronavirus podrá destruir
vidas humanas valiosas dentro de la familia orante; lo que no podrá sepultar es
la fe y la esperanza por la sangre derramada en la cruz.
Y para dar un aporte y soporte de
conciliación social, uno no requiere ser un flamante líder político con
aspiración a un cargo público; yo como ciudadano activo lo vengo compartiendo
en años.
¡Queda Confirmado! Porque aunque
pasen años, las redes sociales sirven también para unir amistades y personas, y
no solo para compartir memes. Igual que comprendí también, que muchos leen mis
escritos de opinión, en fe. Que son como un aderezo de Reconciliación Nacional.
Salmos 9:12 Porque el que pide
cuentas de la sangre derramada, se acuerda de ellos; no olvida el clamor de los
afligidos.