A seis meses cumplidos de
estrenarme en el ejercicio laboral como Técnico en Administración Portuaria,
pero ejerciendo en lo Aeroportuario; un funcionario del Estado, y amigo mío, me
lanzó un piropo laboral –como lo determiné en su momento-, al encontrar según
él, armonía en mi entorno laboral administrativo. Déjenme gloriarme un poco. Emulando
a San Pablo, apóstol.
Pues son dos retos que enfrento: Ya
como Técnico Profesional en el ejercicio, y de estar vinculado en más de una
década en la disciplina espiritual; y sobre esta última, si no he hallado un
mínimo de armonía, sería mejor a estas alturas de mi vida, dedicarme a otra
cosa diferente a lo armonioso.
Sin salirme del tema de la
convivencia y de buscar fórmulas diferentes que comulguen con un entorno social
para personas adaptadas a la modernidad; sin resquebrajar principios y valores,
mediadores si es posible, entre tantas diferencias humanas; voy entonces, a
tratar de debatir sobre propuestas contradictorias o salidas del paradigma
lógico, como la de el alcalde de Bogotá, Petro, sobre la creación de centros
para drogadictos. Inconstitucional así escuetamente, según expertos.
La intención del alcalde es abrir
la discusión sobre nuevas estrategias para reducir los problemas
de drogadicción en la capital del país. El señor alcalde hizo énfasis diciendo que es
necesario que la propuesta se ponga en claro y que el tema del consumo sea
un asunto de Salud Pública y no de represión.
El no tener yo, afinidad sobre cambios
sociales por así decirlo, en las propuestas salidas de lo común, sería como no
apoyarme yo mismo sobre lo que escribo como ciudadano y cristiano a la vez, y
socialmente direccionadas por la disciplina espiritual. Porque quien ha de
darle un visto bueno hoy, a lo que mis convicciones me afirman la mensajería
sobre Buenas Nuevas para el futuro de este país según designios de la palabra
de Dios, que acompañan lo que creo, siento y escribo como aporte social.
Porque, hoy, es mas disiente y
tangible de debatir lo que Petro u otro
proponga, por mas descabellado e inconstitucionalmente que parezca, que decir y
apostarle a que somos pueblo de Dios, y que seremos salvados pese a tanto
cúmulo de disociación social que presenciamos en la cotidianidad y su
deshonrosa historia clínica de la criminalidad, corrupción y su narco terror,
entre sí mismos, y con vista exportadora a la opinión internacional, en donde
un milagro social, no es factible por su cruda realidad.
Pues no es este el Hijo del carpintero José, e
hijo de María cuando en tiempos de Jesús de Nazaret comenzó a hablar de hacer
nuevas todas las cosas. Porque pareciera que la comunidad creyente de ese
entonces esperaba a un salvador como figura extraída de otra dimensión fuera de
lo terrenal.
_Les dirás: Así dice el Señor:
Volveos a mí - oráculo del Señor - y yo
me volveré a vosotros, dice el Señor. No seáis como vuestros padres, a quienes
los antiguos profetas gritaban así: ¡Volveos de vuestros malos caminos y de
vuestras malas obras! Pero ellos no escucharon ni me hicieron caso. Vuestros
padres ¿dónde están? Y los profetas ¿van a vivir por siempre? Sin embargo, mis
palabras y preceptos que yo había prescrito a mis siervos los profetas ¿no
alcanzaron a vuestros padres? Por eso se volvieron ellos y dijeron: Como el
Señor había decidido tratarnos, según nuestros caminos y nuestras obras, así
nos ha tratado_ Zacarías, profeta.
Más reitero que si este país nos
lo hemos tirado, por así decirlo, por acción u omisión en décadas, no esperemos
milagros sociales, sin sacrificio disciplinario alguno. ¡Pues es la lógica!
Saludo, Julio.