viernes, 24 de abril de 2020

FE A NUESTRA TIERRA

¡El aguante familiar debe continuar! Porque muy por encima del alargue al aislamiento social y la incertidumbre económica; quisiera que eso de que: Hombres de poca fe, NO fuese tu caso. Mateo 14:31.
Y al decálogo pandémico inteligente del gobierno nacional, su acogimiento a la normatividad, primeramente recae en la responsabilidad de seguir aplicando la cultura sanitaria para el cuidado personal y social.
Y de este gobierno, se espera inteligentemente la prioridad del recorte al gasto militar y el aumento presupuestal a la inversión social en tres rubros esenciales; a) La Salud Pública, porque a falta de insatisfacciones médicas, un cese de actividades en la Red hospitalaria en plena emergencia, sería como un bombazo pandémico, y nos traería a la memoria aquellas tragedias perpetradas por el narcoterrorismo.
Porque si el Sistema de la Salud no fuese un negocio, como lo es, se sostendría por si solo. Pero considero que no hay tiempo para llorar sobre la leche derramada, y entiendo las campañas de Donatón en Medellín y Bogotá, y las que vengan de otras ciudades, aunque sus donantes empresariales, sobre sus grandes y “generosos” aportes, les sea deducible de sus impuestos.
b) Inversión en la Ciencia y en laboratorios especialmente para los científicos colombianos. Porque si los estudiantes del Sena ya están experimentando la hoja de Coca para la producción de alimentos; es hora también de que los científicos nacionalistas hagan lo mismo en experimentos para la industria farmaceútica, con la Marihuana y la Coca misma.  
c) Inversión Rural a la Administración de la Justicia, para que al campesinado víctima del conflicto armado y desterrados de sus parcelas, a ellos, devolverles con celeridad y protección de sus vidas sus derechos a la tenencia de la tierra, y acompañamiento estatal a sus sembrados y cosechas.
Empatía y evolución de la Promesa de Dios. Porque si los israelitas debieron insistir con su primitiva fe para derrumbar las murallas de Jericó, y así, poder entrar a la tierra prometida; Josué: 6.
¿Acaso no tenemos nosotros una tierra rica en recursos naturales? Y lo requerido es desinfectarla del latifundio que ha actuado como si fuera un deporte nacional en el despojo mafioso de la tierra a sangre y fuego, y ya disminuido el labrador de la tierra colombiana, luego desplazado y anulado por el negocio del narcotráfico, un patrimonio ilícito que es mas rentable que sembrar yuca y maíz.
Y no habrá un colombiano de buenos propósitos en desacuerdo pero impotente ante la usurpación  de la tierra y su actividad rural, pero es un suicidio irse en contra de un pasado y presente criminal, que desde la intelectualidad del terrateniente, y con sus tentáculos influenciados en el poder estatal y sobornando la justicia, que luego contratan al sicariato a sueldo para ampliar su incircuncisa fortuna.
Por eso y mas, y aunque sabemos que este coronavirus vino a mover las fibras a la humanidad entera, y aunque no sea un virus letal comparado con otras tragedias mortales, la letalidad de su contagio nos tiene arrinconados y con consecuencias materiales desfavorables inéditas.
Y si ha de dejar enseñanzas humanas, como ya se ha demostrado, para nuestra sociedad nos toca unas tareas adicionales para desaprender costumbres inequitativas que nos han dejado con un país devastado por la corrupción, y la intimidación del narcotraficante que nos ha mancillado. 
Ahora las naciones con desarrollo económico rezan para pasar esta página de incertidumbre económica. Pero nosotros en cambio, no rezamos para volver a vivir la normalidad económica del hambre.
Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción. 2 Timoteo 4:2.

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