No se necesitan más de dos dedos
de frente para saber y reconocer que la justicia en Colombia, en gran parte en nada
garantiza la confianza de los
ciudadanos; guardando, eso sí, la valentía de muchos probos en el ejercicio de
su gobernabilidad.
Una probidad valiente de la cual
ha corrido mucha sangre y una triste sumatoria en las estadística de las
morgues que engruesan los depósitos de Medicina legal en todo el territorio
colombiano en este medio siglo de violencia que nos flagela.
Colombianos amantes de la
justicia, desde quienes han defendido la ley desde cualquier cargo público. Colombianos
que han defendido la política sin la pretensión vanidosa del atajo; y hasta la valentía
de aquellos humildes campesinos que han
defendido sus parcelas ante el descomunal desalojo forzoso por parte de grupos paramilitares
y guerrilleros.
Esta su defensa campesina valida
y valiente de seguir en la posesión de su tierra como único patrimonio de su subsistencia y la
de su familia. Probidad de todos los anteriores colombianos que se refleja en
lo poco de la dignidad familiar y social, la que ahora aguardamos como amantes
de este país.
Por lo anterior: Sobre el cartel
de los jueces en Colombia; manifestación de Juan Manuel Santos: Hagamos una reflexión de en qué estamos
fallando y en qué podemos mejorar, aclaró el mandatario.
Santos dijo que una rama judicial que no tenga el respeto de
sus conciudadanos no merece ejercer la tarea que le ha sido encomendada, lo
mismo podemos decir de las demás ramas del poder público. Agregó: El
actuar corrupto de un juez ataca la médula de la democracia. Esta lógica no
puede dispensar equidad.
Santos se pregunta: Si el
problema será acaso en la formación de
nuestros abogados. Estamos transmitiendo adecuadamente valores a nuestros
jóvenes universitarios en las facultades de derecho. Valdría la pena establecer
–como ya se ha sugerido en el Congreso– el examen de Estado, previo al ejercicio
de cualquier función judicial. Prensa.
Es evidente y trascendental que quienes ejercen con probidad en la
justicia y que actúan como jueces de la Republica; vienen a hacer la piedra
angular en cualquier democracia; son la sal y la luz de una comunidad que gime
por su seguridad y el próspero desarrollo
socio-económico por la igualdad de condiciones.
Son tan esenciales como elegir
popularmente probos gobernantes, en medio de su escasez por lo temerario
del ambiente de la democracia; tan necesarios como la formación con la misma
probidad de una Fuerza Pública ejemplar.
No obstante de quienes se corrompen sin despeinarse; un Tribunal de
Justicia y Paz, profirió una condena al excomandante paramilitar Hebert Veloza,
alias H.H. En este fallo se hace una pequeña radiografía de la histórica
violencia que vivió esta región del país y, además se le califica en el exterminio
de la Unión Patriótica como un genocidio político. Prensa.
Pero en medio de tanta
incertidumbre en la justicia y sus jueces; ese nuevo rostro que le pretendemos
colocar al Estado colombiano, va mas allá de una formación técnica estudiantil;
en su examen tiene que estar un acto de fe. Esa misma fe por la cual nuestros
conciudadanos derramaron su sangre y enlutaron a sus familiares.
_Si alguien ama la justicia, las
virtudes serán el fruto de sus esfuerzos. Pues la sabiduría enseña la moderación
y la prudencia, la justicia y la fortaleza, que son más útiles para los hombres
que cualquier otra cosa en la vida.
Por eso decidí tomarla como compañera
de mi vida, sabiendo que sería mi compañera en la prosperidad y mi alivio en
las preocupaciones_ Libro de la Sabiduría, Cap. 8. ¡Recomendado!
Saludo, Julio.
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