lunes, 1 de noviembre de 2010

A DIOS LO QUE ES DE DIOS

El mismo loco rondando la misma cuadra. Lo defino así y es porque vuelvo a tocar el rayado pero inclemente tema antisocial de la corrupción pública. Más ahora que sigue creciendo el estupor porque: La Percepción de Corrupción en Colombia sigue sin mostrar signos de mejoría; y muy por el contario se deteriora según el trascurrir de los últimos años.
Y esto lo revela el Índice de Percepción de la Corrupción año 2010 (IPC). En cuya publicación la organización Transparencia Internacional califica a la Nación con un porcentaje de 3.5, sobre una escala de 0 a 10, en donde 0 refleja la alta corrupción y 10 la más baja. Y sitúa esta Percepción a Colombia en el puesto 78 entre 178 países encuestados.
Y a propósito de esta epidemia en el carrusel de la contratación estatal que ahora salpica a la administración capitalina; no podría faltar la participación de una figura política emblemática en casos de investigar y denunciar públicamente casos específicos de corrupción, se trata de la personalidad de Gustavo Petro. Polémico entre sus detractores políticos. Que enriquece la democracia por sus debates y el ejercicio al control político. Parece no defender partidos a la hora de denunciar, porque incluso militantes de su propio partido político no escapan a sus dardos. Se hace identificar como un defensor de la justicia social. Y es un ejemplo de valentía ciudadana en un país de muchos mártires entre quienes se han atrevido a defender verticalmente el cumplimiento de la ley con justicia, la democratización y la pluralidad política.
Y sin salirme de este mismo tema y estilo de política, y sobre el índice de la Percepción Corrupta en Colombia, me acuerdo claramente el discurso proselitista de otro personaje polémico también en la política nacional y ex candidato presidencial, que durante su enérgico discurso comparó que a diario en Colombia explota un carro bomba como simulación sobre el daño que emana la corrupción, y aunque no suena como dinamita en llamas, pero igual que el ataque de la guerrilla, la corrupción hacía –y hace- estragos en nuestra sociedad colombiana.
Y es Germán Vargas el hoy emblemático Ministro y con alta representación de mando del gobierno actual, en el que lidera y espera que sea aprobado en el Congreso de la República un proyecto llamado Estatuto Anticorrupción en el cual el gobierno presenta una actitud de cero tolerancia al corrupto, y que además garantiza que el proyecto es moderno, ambicioso y contundente contra este flagelo antisocial. Al gobierno, lo que le corresponde como gobierno.
La corrupción es un holocausto que invisible y silenciosamente a diario desvanece las mejores oportunidades de miles de hogares colombianos que anhelan conseguir con trabajo, salud, educación y vivienda una dignificación y una mejor calidad de vida en el seno de su núcleo familiar. Durante más de cinco décadas las confrontaciones guerrilleras aliadas al narcotráfico han cobrado un sinnúmero de muertos. Aún en más tiempo la corrupción produce millares de cadáveres que deambulan viviendo encubiertos por la fisica pobreza, la miseria, la indigencia y la ruina de mucha gente por una injusticia desvergonzada y cínica. Mientras adyacentemente, se celebran banquetes en el deshonor por un Estado fallido por la vulnerabilidad de su justicia.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia. Porque. Vosotros sois la sal de la tierra; ¿pero si esta se desvanece? Y. Vosotros sois la luz del mundo; y en una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Mateo evangelista ¡A Dios! lo que es de Dios.
Saludo. Julio.

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