Y como de
espectadores inermes tienen al frente a una comunidad que ve y oye el
desprestigio ético en quienes recae la administración pública y la justicia.
Que por sus rampantes escándalos son citados infructuosamente a debates de
responsabilidad administrativa.
Y es por
lo que no vemos desde la independencia ciudadana un horizonte de anticorrupción
que logre llenar nuestras expectativas y renazca la esperanza a este
país.
Y las
encuestas de favorabilidad se ensanchan vertiginosamente en los tiempos de las
contiendas electorales. Pero ya en el poder, y en la percepción ciudadana de cómo
se ven como gobernantes y que rumbo lleva el país, en las postreras encuestas
se escurren y se desvanecen por la forma clientelista de gobernar.
Pero la
preocupación política y económica del país también está representada en quienes
del mismo gremio empresarial o financiero o sector político afín a los
escándalos se calzan los zapatos del otro para defender lo indefendible
careciendo de la autocrítica como esencia ética.
Y en un
país polarizado hasta los tuétanos; al final del día y su horrible noche,
aunque socialmente le pongamos fe al amanecer, uno no sabe en qué lado de los
"zapatos" ideológicos de la política, lado izquierdo o lado derecho,
saldrá y vendrá más indignación nacional.
Y ese
humo negro del debate destructivo no ha dejado o permitido ver un nuevo horizonte
moderado, ético, decente, pacífico, profético, paciente, sincero y
constructivo.
Anteponiendo
la presunción de inocencia. El derecho al debido proceso. A la libre defensa de
los acusados. Y que luego de su "inocencia" los haga ponerse en los
zapatos de los indefensos, desprotegidos y sufridos a causa del siniestro de la
corrupción, el delito y la impunidad de la cual ahora son señalados.
Pero no
llegaremos a la verdadera Reconciliación Nacional de esta manera: De denuncia
en denuncia. De "perseguidos" políticos. De castigo en castigo. Del
ojo por ojo. De impunidad sobre impunidad. De aplausos y respaldos. De risas y
sarcasmos. De derechista contra izquierdista. De "buenos" contra
malos. De "justos" contra pecadores. De "ángeles" contra
demonios. De atizadores de leña para quemar al otro. ¡Y menos! de caudillos
endiosados e intocables.
Sino que
por fe siendo pacíficos llegaremos a ganar y alcanzar misericordia siendo gobernados
por la justicia. Y hay tiempo aún para confesarse y llegar al arrepentimiento
en el corazón.
Pero depende
de una reacción sabia y oportuna de la conciencia de quienes estamos, o mejor dicho,
están, de alguna manera, siendo señalados por un mal proceder. Por estar en el
lugar equivocado. Por egoístas y avaros. Por culpas o por omisiones.
Y a cada
quien le llega su San Martín; permanece un famoso, prudente y profético adagio
católico.
Papa
Francisco: Este Adviento, hazte pequeño, hazte humilde, hazte servidor de los
demás y el Señor te dará la capacidad de comprender cómo se hace la paz.
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