viernes, 5 de septiembre de 2014

TIEMPOS DE LA VERDAD



Hubo en el pasado reciente revuelo mundial con las profecías de los mayas que según su cronología y sobre interpretaciones diversas, era el fin del mundo. Lo acertado fue quienes adujeron que era, o es, el tiempo propicio para una transición de los seres humanos. ¡Objetivo personal! Una longevidad sana y productiva. ¡Objetivo social! Paz para un mundo sensible y de respeto a los derechos y el desarrollo socio-económico de los demás.
El evangelio lo certifica: Es menester obligatorio, de una manera literal contra el pecado, cortarse un brazo o sacarse un ojo; para poder entrar en el reino de los cielos. Lo resumo a mi manera de interpretación terrenal e imaginario a la reconciliación nacional entre nosotros los colombianos; haciéndole lectura a mi fe que: Es mejor ser valiente y contar su verdad antes, que ser devuelto –allá, o ahí, en un mejor lugar donde soñamos vivir- por mentiroso encubierto de buen ciudadano y supuesto honorable patriotismo.
Comparto resumen de un acto de magnanimidad real y tocable: No fui a La Habana a entregar mi dolor a cambio de un saludo: La carta de Constanza Turbay al país sobre el perdón de 'Iván Márquez'.  Soy una sobreviviente de la violencia que lo ha perdido todo, menos mi deseo de contribuir a la paz de Colombia. En aras de esa paz que tanto necesitamos, no con el ánimo de controvertir, sino de construir, expongo mi punto de vista.
Como dijo Alan McBride, comisionado de Derechos Humanos de Irlanda del Norte: La mejor arma que tenemos para obtener la paz es el perdón. No creo que Nelson Mandela se sintiera sometido al presidente De klerk en la foto del histórico abrazo de reconciliación, ni que Gandhi perdiera su dignidad al estrechar la mano del visconde Mountbatten para crear una nueva India. Se los reconoce como almas grandes por ser capaces de liberarse del atávico peso del odio y la desesperanza.
Lo que las Farc me puedan y deban retornar no es más que una gota de agua en el océano de dolor que he tenido que vivir desde el deceso de los míos. Si este es el precio que nos lleva a parar el derramamiento de sangre y a la consecución de una paz concertada, yo estoy dispuesta a pagarlo por mi amada Colombia. Prensa.
Partiendo de que las cosas que se consiguen resolviendo grandes complejidades son más perdurables que otras; de esta manera, seguimos aportándole –quienes apoyamos los diálogos en la Habana- toda nuestra actitud de fe en la consecución de un acuerdo para ponerle fin al conflicto armado vía concertada.
¡Nota! Entre las complejidades están el sobrepasar el cinismo histórico de esta dirigencia insurgente. Manteniendo firmemente los delegatarios del gobierno Santos, las líneas rojas trazadas de lo innegociable.
Las predicciones de nuestros antepasados aborígenes, los mayas, fueron, o mejor, son, profecías asertivas en cuanto a que el tiempo nos obliga a trascender de un estado humano convencional sumergido en una sociedad, extremadamente consumista, materialista y pecaminosamente a gusto.
Me hizo entender un predicador cristiano; que lo que ellos predican ante miles de creyentes, solo a Dios le concierne su efecto colateral, en el doble filo de su palabra. ¡Amen!
_Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, y producen la semilla para sembrar y el pan para comer.
Así también la palabra que sale de mis labios, no vuelven a mi sin producir efecto, sino que hace lo que yo quiero y cumple la orden que le doy_ Profeta, Isaías, Cap. 55
Saludo, Julio.

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