Hubo en el pasado reciente revuelo
mundial con las profecías de los mayas que según su cronología y sobre interpretaciones
diversas, era el fin del mundo. Lo acertado fue quienes adujeron que era, o es,
el tiempo propicio para una transición de los seres humanos. ¡Objetivo
personal! Una longevidad sana y productiva. ¡Objetivo social! Paz para un mundo
sensible y de respeto a los derechos y el desarrollo socio-económico de los demás.
El evangelio lo certifica: Es
menester obligatorio, de una manera literal contra el pecado, cortarse un brazo
o sacarse un ojo; para poder entrar en el reino de los cielos. Lo resumo a mi
manera de interpretación terrenal e imaginario a la reconciliación nacional
entre nosotros los colombianos; haciéndole lectura a mi fe que: Es mejor ser
valiente y contar su verdad antes, que ser devuelto –allá, o ahí, en un mejor
lugar donde soñamos vivir- por mentiroso encubierto de buen ciudadano y supuesto
honorable patriotismo.
Comparto resumen de un acto de
magnanimidad real y tocable: No fui a La Habana a entregar mi dolor a cambio de
un saludo: La carta de Constanza Turbay al país sobre el perdón de 'Iván
Márquez'. Soy una sobreviviente de la
violencia que lo ha perdido todo, menos mi deseo de contribuir a la paz de
Colombia. En aras de esa paz que tanto necesitamos, no con el ánimo de
controvertir, sino de construir, expongo mi punto de vista.
Como dijo Alan McBride,
comisionado de Derechos Humanos de Irlanda del Norte: La mejor arma que tenemos
para obtener la paz es el perdón. No creo que Nelson Mandela se sintiera
sometido al presidente De klerk en la foto del histórico abrazo de reconciliación,
ni que Gandhi perdiera su dignidad al estrechar la mano del visconde
Mountbatten para crear una nueva India. Se los reconoce como almas grandes por
ser capaces de liberarse del atávico peso del odio y la desesperanza.
Lo que las Farc me puedan y deban
retornar no es más que una gota de agua en el océano de dolor que he tenido que
vivir desde el deceso de los míos. Si este es el precio que nos lleva a parar
el derramamiento de sangre y a la consecución de una paz concertada, yo estoy
dispuesta a pagarlo por mi amada Colombia. Prensa.
Partiendo de que las cosas que se
consiguen resolviendo grandes complejidades son más perdurables que otras; de
esta manera, seguimos aportándole –quienes apoyamos los diálogos en la Habana- toda
nuestra actitud de fe en la consecución de un acuerdo para ponerle fin al conflicto
armado vía concertada.
¡Nota! Entre las complejidades están
el sobrepasar el cinismo histórico de esta dirigencia insurgente. Manteniendo firmemente
los delegatarios del gobierno Santos, las líneas rojas trazadas de lo innegociable.
Las predicciones de nuestros
antepasados aborígenes, los mayas, fueron, o mejor, son, profecías asertivas en
cuanto a que el tiempo nos obliga a trascender de un estado humano convencional
sumergido en una sociedad, extremadamente consumista, materialista y
pecaminosamente a gusto.
Me hizo entender un predicador
cristiano; que lo que ellos predican ante miles de creyentes, solo a Dios le
concierne su efecto colateral, en el doble filo de su palabra. ¡Amen!
_Así como la lluvia y la nieve
bajan del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y
la hacen germinar, y producen la semilla para sembrar y el pan para comer.
Así también la palabra que sale
de mis labios, no vuelven a mi sin producir efecto, sino que hace lo que yo
quiero y cumple la orden que le doy_ Profeta, Isaías, Cap. 55
Saludo, Julio.
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