Ante la titularidad de esta
columna, en donde hago específicamente referencia
al tema social colombiano. No antes de recibir las arremetidas del escepticismo
-válido por demás ante la opinión pública- que ello atrae por la complejidad
histórica de nuestro conflicto interno.
Pasar la página conjuntamente nos
va a costar, literalmente, un ojo de la cara y, no se sabe cuánto tiempo, de
compararse ante los lastres de los padecimientos sociales de estas cinco o seis
décadas como comunidad mal vividas.
El presidente Santos consiguió
una fórmula del dialogo con las guerrillas de las Farc, para que éstas depongan
las armas y expongan sus ideales y políticas en todos los escenarios y en las
contiendas democráticas en todo el país; fórmula de la concertación que más
bien que para mal, deseamos muchos ¡Rogamos! Para que este proceso con sus
respectivas y necesarias complejidades, avance.
De llevarse a cabo esta
negociación a un término considerable para menguar la fuerza violenta y
criminal que nos atemoriza; luego habría que sortear, quien se atreverá a apaciguar
o a exorcizar algunos espíritus endemoniados de los odios y las venganzas de víctimas
destiladas de este mismo sangriento conflicto social colombiano. Pugnacidad que
vienen socavando los escenarios políticos que ondean ahora la bandera de la
confrontación y la polarización en el Congreso de la República.
Por lo anterior y algo más. Le
dije a manera de comentario a un amigo y compañero de trabajo. De ser revivido
Jonás, quien llevó para entonces el mensaje de salvación de Dios a la ciudad de
Nínive, comunidad sucumbida por lujurias y otros tentáculos pecaminosos que
desacreditaban y atemorizaban al resto de esa comunidad, -comunidad que por
cierto muy estimada por Dios- y de ser revivido nuevamente Jonás, imaginariamente,
de seguro el protagonista sería nuevamente la Ballena.
En esa otra cara de la moneda que
infiere en nuestras complejidades sociales; remembrando un reciente temor del
gobierno nacional frente a una amenaza
ante un fenómeno climatológico de sequía, más precisamente para nuestras
regiones costeras, en donde los clérigos de la Iglesia Católica, conjuntamente
con la comunidad, oraron a Dios para revertir esta amenaza. Comparto:
A La Guajira lo que más daño le
hace es la corrupción: Procurador. Este dijo, al finalizar su rendición de
cuentas en Riohacha, refiriéndose a la problemática del agua en esta parte del
país. Dijo: El problema no es la sequía sino la corrupción. Y agregó que se
adelantan investigaciones disciplinarias contra funcionarios de la región que
estarían involucrados en actos de corrupción.
Frente a las conciliaciones
judiciales alcanzadas gracias a la participación de la Procuraduría, el
Ministerio Público resaltó que se lograron 475, lo que significó un ahorro para
el Estado de más de 21 mil millones de pesos. Prensa.
¡Conciliar! Perentoriamente ante
quienes se arrepienten de haber cometido delitos, resulta un elemento e instrumento y principio
básico y fundamental para descongestionar los procesos en las instituciones de
la justicia para la construcción de la verdad, reparación a sus víctimas y la
no repetición del delito.
Alentar el camino de la cultura
ciudadana en que la vida es sagrada y ante todo el respeto a los Derechos
Humanos. Y hacia la Administración Pública. En que sus recursos públicos sean
sagrados.
Ambientemos colectivamente el
arrepentimiento. Ayuda sobre todo ante
una justicia colombiana que históricamente tarda y, cojea, en el mejor de los
casos, y más ahora que tiene una desfavoralidad tendiente a la baja. Rogamos
ante la sequía de valores contra una lluvia de delitos:
_Antes de ser juzgado, examínate
a ti mismo, y cuando Dios te pida cuentas, te perdonará. Y cuando peques,
arrepiéntete_ Eclesiástico, Cap. 18
Saludo, Julio.
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