viernes, 27 de junio de 2014

NOS LLEGO LA HORA

Cada vez que hay un evento competitivo de talla internacional, y quienes nos representan cumplen un papel protagónico; nos llega, o nos tildan, de cualquier variedad de desprestigio por la estigmatización e indignación social de que somos narcotraficantes. ¡Ahora! No estamos excepto en este mundial de futbol, Brasil 2014. Un motivo más para demostrarle con talento lo contrario.
Ahora con esta modalidad extensiva tecnológica mundialista y al alcance de la gente, el descrédito se hace más extenso en las redes sociales, por ejemplo; como también salen, las justificadas defensas por la inmensa mayoría de colombianos que no tenemos ningún tipo de  participación e injerencia con este oscuro, criminal y trágico negocio del narcotráfico.
La herencia maldita de unos pocos, para la deshonra de una gran multitud que siempre somos los colombianos de bien.
El papa Francisco dijo que los mafiosos están excomulgados. Hay que combatirlos, hay que decirle no. Tantos jóvenes nos lo piden. Los que han escogido esa mala vía están excomulgados advirtió el papa argentino durante una misa. Allí denunció el sufrimiento de los niños víctimas de la mafia, y trasladó un mensaje de solidaridad a madres y abuelas en una cárcel local. Nunca más debe un niño soportar tales sufrimientos. Prensa.
Pero qué significa tener un narcotraficante excomulgado por la Iglesia ante el ciudadano común y corriente; entre nosotros los colombianos para tomar un ejemplo cercano, a nosotros que nos afecta moralmente esta estigma antisocial ante la comunidad regional e internacional; si con la sola excomulgación hoy como tal, no van a declinar al mañoso pero astronómica rentabilidad del negocio del narcotráfico; de drogas ilícitas que vienen carcomiendo la mente de nuestra juventud nacional e internacional. Pareciera que nada importase, tal excomulgación.
No obstante, la sola justicia humana no alcanzaría jamás, lograr erradicar de raíz, todos estos flagelos sociales que marcan a una comunidad; más la nuestra que sufre dolores de parto, no solo ante el envenenamiento social que producen los negocios y las acciones criminales del narcotráfico, pero para qué entrar en detalles, porque entre nosotros se surte un inmenso menú de mañas antisociales, de las cuales no nos hemos podido sacudir de un plumazo por la acción de la justicia; pues para nadie es un secreto, que la justicia misma es una de las instituciones con una gran mancha de envenenamiento narco-criminal.
Muchos ya tenemos una amplia visión de lo que será el escenario postconflicto; si lo vemos como cuando uno se prepara para ganarse la vida laboralmente; buscamos las mejores ofertas laborales y, cuando la encontramos, estamos prestos con nuestra actitud, conocimiento y preparación profesional, técnica o tecnológica  demostrando capacidad resolutoria en temas laborales.
Así de esta manera, pero ya como ciudadanos activos asumiendo deberes sociales constitucionales y democráticos, así tendremos que ver el escenario postconflicto colombiano, como una gran empresa estatal, en donde seremos parte resolutoria del conflicto interno, armado e ideológico.
De seguro no nos quedará grande este reto. Excomulgaremos, literalmente, entre nosotros mismos, las malas energías generadas del miedo, el conformismo y la mediocridad que en términos generales somos calificados por otras sociedades civilizadas y desarrolladas.  No nos quedará grande a esta generación ¡Más! Nos mantendremos firmes y decididos.
Que la excomulgación de los narcotraficantes traiga consigo su debacle empresarial criminal, para la apertura de un libre desarrollo en los planes nobles de una gran mayoría de colombianos.
_El que es pícaro se vale de artimañas y trata cosas infames; perjudica con mentiras a los pobres y al necesitado que pide justicia. En cambio, el que es noble tiene planes nobles, y en esos planes se mantiene firme_ Isaías, Cap. 31
Saludo, Julio.

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