viernes, 13 de junio de 2014

NUESTRA ES LA ESPERANZA

Se especula mucho sobre el concepto mismo de reforma de la justicia. Cada quien entiende una cosa distinta. En esas llevamos hace casi cien años. Si por reforma de la justicia se entiende conseguir que no haya impunidad y que los procedimientos sean ágiles, eso se ha venido construyendo bajo el gobierno Santos.
Hoy ningún proceso debe durar más de un año en la primera instancia y seis meses en la segunda. Se ha fortalecido financieramente la Rama Judicial. Han aumentado significativamente las Casas de Justicia y los centros de conciliación y convivencia.
Se ha respetado a los jueces y no se ha salido a controvertir públicamente sus decisiones. La idea, antes que afectar la tutela es, tutelizar, la Rama Judicial para que en los procedimientos ordinarios se aplique la celeridad propia de la tutela. Palabras del actual Ministro de justicia, Gómez Méndez.
Con una opción real de finalizar el conflicto vía del dialogo, inadmisible seguir dependiendo, doblando rodillas y extendiendo la mano limosnera, ante el presupuesto destinado por los Estados Unidos para seguir combatiendo militar e ilimitadamente ante esta guerra en esta región latina.
En cuanto a justicia judicial, inadmisible que funcionarios del anterior gobierno hoy estén poniendo la cara ante los cuestionamientos judiciales por sus anteriores funciones públicas, mientras otros de esa misma estirpe política y de gobierno, estén prófugos en el exterior evadiendo sus compromisos con la justicia nacional, suponiendo falta de garantías.
Esperan ellos, los prófugos, el retorno del gobierno anterior al poder, para que así se les pueda garantizar su absolución. No exaltó este mundo al líder Mandela por la evasión de la justicia, todo lo contrario, por su modelo de tolerancia en medio de dificultades adversas.
De acá debe partir que clase de país en materia de justicia judicial queremos formalizar como un modelo de justicia en donde los líderes políticos tienen el deber de ser nuestras referencias de cumplimiento y acato de las autoridades y, no, facilitadores del desacato.
El presidente Santos, en el cumplimiento Constitucional de hallar la paz nacional, hizo el desgaste político de abrirle las compuertas para que internamente y ante la opinión internacional, demostremos civilizadamente nuestras diferencias ideológicas y que sean plenamente respetadas y debatidas racionalmente.
La misma Constitución le permite avanzar democráticamente ante las urnas. Un sinnúmero de ciudadanos de pluralismo democrático le acompañaremos en esta gesta hacia la civilidad nacional. Las fuerzas negativas internas y externas a este proceso pacifista, no prevalecerán a este histórico bien superior para nuestra patria.
Un gran número de empresarios dan el mismo acompañamiento. Cabe anotar que el escenario postconflicto, no solo será para que los guerrilleros y terratenientes mafiosos reparen a sus víctimas del despojo de sus pertenencias. Será también el tiempo propicio para reparar el despojo salarial en la deplorable y nefasta historial laboral colombiana. ¡Esto! si lo contemplamos justamente como una gesta libertadora y definitiva hacia la equidad social en Colombia.
En mí acostumbrado aporte ante  la histórica gesta espiritual. Y como el que es caballero repite, les comparto el segundo prólogo en Segunda de Samuel. En la traducción Bíblica de: Dios Habla Hoy.
David se muestra en el relato como guerrero valeroso y hábil estadista, que extiende y consolida el reino, luchando contra sublevaciones internas y contra enemigos del exterior. Claramente se ve su profunda fe, su devoción a Dios y su solicitud por el pueblo, todo lo cual le ganó la lealtad general.
La persona y el reinado de David, dejaron una huella profunda en el pueblo de Israel, de manera que éste lo exaltó como prototipo y prefiguración del libertador nacional por excelencia después de Moisés.
Saludo, Julio.

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