Se especula mucho sobre el
concepto mismo de reforma de la justicia. Cada quien entiende una cosa
distinta. En esas llevamos hace casi cien años. Si por reforma de la justicia
se entiende conseguir que no haya impunidad y que los procedimientos sean
ágiles, eso se ha venido construyendo bajo el gobierno Santos.
Hoy ningún proceso debe durar más
de un año en la primera instancia y seis meses en la segunda. Se ha fortalecido
financieramente la Rama Judicial. Han aumentado significativamente las Casas de
Justicia y los centros de conciliación y convivencia.
Se ha respetado a los jueces y no
se ha salido a controvertir públicamente sus decisiones. La idea, antes que
afectar la tutela es, tutelizar, la Rama Judicial para que en los
procedimientos ordinarios se aplique la celeridad propia de la tutela. Palabras
del actual Ministro de justicia, Gómez Méndez.
Con una opción real de finalizar
el conflicto vía del dialogo, inadmisible seguir dependiendo, doblando rodillas
y extendiendo la mano limosnera, ante el presupuesto destinado por los Estados
Unidos para seguir combatiendo militar e ilimitadamente ante esta guerra en
esta región latina.
En cuanto a justicia judicial,
inadmisible que funcionarios del anterior gobierno hoy estén poniendo la cara
ante los cuestionamientos judiciales por sus anteriores funciones públicas,
mientras otros de esa misma estirpe política y de gobierno, estén prófugos en
el exterior evadiendo sus compromisos con la justicia nacional, suponiendo
falta de garantías.
Esperan ellos, los prófugos, el
retorno del gobierno anterior al poder, para que así se les pueda garantizar su
absolución. No exaltó este mundo al líder Mandela por la evasión de la justicia,
todo lo contrario, por su modelo de tolerancia en medio de dificultades
adversas.
De acá debe partir que clase de
país en materia de justicia judicial queremos formalizar como un modelo de
justicia en donde los líderes políticos tienen el deber de ser nuestras
referencias de cumplimiento y acato de las autoridades y, no, facilitadores del
desacato.
El presidente Santos, en el
cumplimiento Constitucional de hallar la paz nacional, hizo el desgaste político
de abrirle las compuertas para que internamente y ante la opinión internacional,
demostremos civilizadamente nuestras diferencias ideológicas y que sean
plenamente respetadas y debatidas racionalmente.
La misma Constitución le permite
avanzar democráticamente ante las urnas. Un sinnúmero de ciudadanos de
pluralismo democrático le acompañaremos en esta gesta hacia la civilidad
nacional. Las fuerzas negativas internas y externas a este proceso pacifista,
no prevalecerán a este histórico bien superior para nuestra patria.
Un gran número de empresarios dan
el mismo acompañamiento. Cabe anotar que el escenario postconflicto, no solo
será para que los guerrilleros y terratenientes mafiosos reparen a sus víctimas
del despojo de sus pertenencias. Será también el tiempo propicio para reparar
el despojo salarial en la deplorable y nefasta historial laboral colombiana. ¡Esto!
si lo contemplamos justamente como una gesta libertadora y definitiva hacia la
equidad social en Colombia.
En mí acostumbrado aporte ante la histórica gesta espiritual. Y como el que
es caballero repite, les comparto el segundo prólogo en Segunda de Samuel. En
la traducción Bíblica de: Dios Habla Hoy.
David se muestra en el relato
como guerrero valeroso y hábil estadista, que extiende y consolida el reino,
luchando contra sublevaciones internas y contra enemigos del exterior.
Claramente se ve su profunda fe, su devoción a Dios y su solicitud por el
pueblo, todo lo cual le ganó la lealtad general.
La persona y el reinado de David,
dejaron una huella profunda en el pueblo de Israel, de manera que éste lo exaltó
como prototipo y prefiguración del libertador nacional por excelencia después
de Moisés.
Saludo, Julio.
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