Con muchos años acuestas de
tragedia social sobre esta vecindad llamada Colombia, el mero titulo de este artículo,
suele ser un sofisma entre mi pensamiento, mi opinión y la ciudadanía que
raciona en medio del escepticismo cotidiano impregnado en la piel por la cruda
realidad.
Llevarlo al tema deportivo, al ahora
furor que hoy vivimos por el futbol
colombiano por la digna
representatividad en Brasil 2014, primero por el talento nacional de los 23
jugadores que tienen soñando a todo un país, talento humano de un equipo en
donde no admite ninguna fisura de división, porque están guiados por una
dirección técnica consistente como nunca antes obtenida.
O al arte musical, esta
titularidad de esta columna de opinión, admitiría un mínimo de discusión. Pero en
el tema de la política, la cosa pública y la gobernabilidad, faltarían
argumentos sólidos en el solo intento. Pero es la política y lo público, su esencia
que es el arte de gobernar pueblos, y en donde se toman las más grandes
decisiones, sabemos que no son las mejores, pero en donde es más determinante un
impacto social de equipo, ante la necesidad del pobre, para tomar solo un
ejemplo de palpables carencias socio económicas.
Pero para la gloria de la fe cristiana
es precisamente esto, el moverse dentro de este fango de la convivencia entre
nosotros los seres humanos, e ir persuadiéndose así mismo. Aquí, ¡Todo es
posible!
Aterrizando en la actualidad política,
la cosa pública y la gobernabilidad. Se rumora por algunos medios de la opinión
sobre la dificultad que tendría la gobernabilidad del presidente Santos, por lo
hipotecado que estaría, en medio de la pluralidad de apoyos en la pasada contienda
electoral presidencial, dificultad para poder armar un equipo de gobierno idóneo
para el próximo cuatrienio presidencial. ¡Dime cómo comienzas, y te diremos
como terminarás! Valdría la pena traer a
colación este refrán.
Porque de la manera errática o
sabia como un gobernante, para este caso presidencial, escoja su equipo de
gobierno con libertad o amarrado por un círculo político cualesquiera, de esta
manera sencilla de interpretar, así será la suerte de un país con más de
cuarenta y cinco millones de habitantes que esperan un desarrollo social y
económico acorde a las necesidades de cada quien.
Se viene asomando por esta misma vía
una filosofía ideológica llamada la Tercera Vía, auspiciada y liderada
recientemente por el mismo presidente Santos, con el apoyo de otros líderes mundiales,
que en lo poco entendible, sería el distanciamiento del radicalismo político de
la izquierda y la derecha política. La retórica diferencial sería lo social con
mayor énfasis y cobertura en democracia. El modelo de Estado y el del Comercio,
sería la discusión parlamentaria hasta donde sería posible ceder, avanzar o
reestructurar el modelo actual.
Hipotéticamente ¿quiénes
defenderían esta apertura gubernativa que ahora plantea Santos? No serían las
estadísticas del Dane o en su defecto, un pronunciamiento del crecimiento de la
economía nacional. ¡Simple! Solo la defenderán aquellos desempleados que
encuentren empleo por la implementación de sus políticas de desarrollo. Y así
sucesivamente, quienes carecen hoy de justas oportunidad que antes no la tenían.
¡Solo así!
Que los colombianos entremos en
la moda de la civilidad y el desarrollo ante el mundo, no es cuestión de poner
todas nuestras esperanzas en las manos mezquinas de los seres humanos. De los
meros gobernantes de turno. Pero abogamos por sus éxitos gubernativos por la
repercusión al pueblo:
_Dios se acuerda de los afligidos
y no olvida sus lamentos, castiga a quienes les hacen violencia. Hazles sentir
temor, Señor; ¡Hazles saber que no son más que hombres!_ Salmo, 9.
Saludo, Julio.
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