Me acuerdo como si fuera ayer,
cuando sin quererlo y sin solicitarle a la vida y sin haberlo heredado de mis
venas sanguíneas familiares paternales ni maternales, me empezó a llegar la
musa de la escritura que sobrevino por la necesidad de acogerme a la disciplina
religiosa, pero que va encaminada hacia lo social y, su canal de acción es la política.
Lo traigo a colación porque precisamente fue para esta
fecha que conmemoran el Día del Trabajo en toda la Nación: nació como una
protesta sobre las reinantes políticas públicas que han excluido a falta de la
justicia social desde las labores del campo colombiano hasta los asalariados que
han convivido con el paupérrimo sueldo mínimo.
Y era mi primípara protesta
social en una concepción literaria llena de errores ortográficos para ese entonces,
el cual, mi hermano mayor me hizo saber y corregir. Era un borrador o apunte
escueto, del cual siempre recuerdo.
¡Ya! aterrizando sobre nuestra
realidad sobre aquellos factores esenciales que impiden zanjar las brechas
sociales a falta de inclusión social laboral rural y ciudadana. Sobre este
asunto mundial, el Pontífice Francisco manifestó recientemente, que el modelo
económico existente en el mundo, está incapacitado para generar empleos
masivos, porque sigue plagado a la idolatría rampante por la pasión delirante
del dinero.
Agreguémosle a esta prisión de
injusticias, la sombra terrorífica colombiana del conflicto armado. Que no solo
ha contribuido a la destrucción material, sino al deterioro del tejido humano
que nos aleja al crecimiento de nuestra hermandad.
Conflicto cuesta $12 billones al
año; en paz, Producto Interno Bruto crecería hasta 2 %. Incorporación de nuevas
actividades y zonas a la economía generaría desarrollo, según especialistas. El
país tendría que destinar cerca de 2 puntos de su PIB anual durante la siguiente década para
financiar la paz.
Sin embargo, de acuerdo con el
senador conservador Juan Mario Laserna, quien se ha dedicado a estudiar el
tema, el costo es manejable y sería compensado con el crecimiento que
sobrevendría al incorporar a la economía nuevas actividades y áreas del país
que hoy se encuentran aisladas por ser escenarios de la confrontación armada.
Si hay un acuerdo sólido, existe
la capacidad financiera de sacar un proceso de paz, pero también se tienen que
lograr otras condiciones políticas y tener la certeza de que las Farc sí estén
interesadas en desmovilizarse, anota el congresista.
El dinero que habría que invertir
no solo iría a la reincorporación de los guerrilleros a la sociedad, sino
también a la reparación de las víctimas y a un plan de desarrollo que incluya
una reforma agraria, entre otros componentes. Prensa.
Cuando se mira la historia a
través de las estadísticas de este malévolo conflicto armado, o cuando el mismo
terrorismo actual nos lo hace saber, uno entra en comunión con quienes de
alguna manera tratan de atravesarse a la consecución del fin del conflicto vía pacífica.
Igual queremos ver a los criminales pagando con justicia sus aberrantes
crimines de lesa humanidad.
Mas hay quienes en medio de este
nefasto conflicto armado pero sobre la concepción de este modelo económico
excluyente, este modelo mismo, los ha premiado con muchas oportunidades
materiales que le han ayudado a vivir con cierto confort y dignidad. ¡Materialmente
hablando!
Es acá, donde hay que apartarse
de su férrea irracionalidad, o su conveniencia, tal vez, por el mismo efecto
colateral de la guerra. ¡No obstante! Imperdonable sería, abandonar la
unanimidad en la condenación ante el terrorismo presente.
_Despierta, Sion, despierta,
ármate de fuerza. Levántate, Jerusalén, sacúdete del polvo, siéntate en el
trono. Sion, joven prisionera, quítate ya el yugo del cuello_ Isaías, Cap.52
Saludo, Julio.
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