El presidente Santos escribió
para el Wall Street Journal en la que explica por qué su gobierno está sentado
en La Habana negociando con las Farc.
En el prestigioso diario, Santos
señaló que la paz en Colombia se puede alcanzar. Entre turbulentos momentos que
se viven en el Oriente Medio y en otras partes del mundo, hay una historia no
contada de esperanza y de éxito que está emergiendo en las Américas.
Santos insiste en que la
oportunidad es real y si el diálogo de paz es exitoso, los beneficios para la región
y el mundo son enormes. Los valores de la democracia serán fortalecidos
mundialmente y se debilitará el
argumento de usar el terrorismo y la violencia para alcanzar los intereses
políticos.
Santos agradeció el apoyo de la
comunidad internacional, pero admite que la negociación no ha sido fácil: Negociar
con nuestros enemigos es una tarea extremadamente difícil. La guerra es más espectacular que la paz. Lo
sé porque fui ministro de Defensa y coordiné las operaciones más devastadoras
contra las Farc en su historia. Prensa.
La paz duradera que todos
queremos, solo los creyentes saben que vendría del doblamiento de los espíritus
de injusticia -de los cuales en Colombia crecen y se reproducen silvestremente,
imagen de nuestra guerra fratricida- que no temen a la ley de Dios dada a los
hombres a lo largo y ancho de la historia de la humanidad, desde Moisés, para
ser más exactos, como tampoco, profesan el respeto por los demás.
Y esta inflexión de los espíritus
de injustica no se encuentran contemplados en ningún contexto Constitucional,
ni en la Ley, como tampoco está refrendado en ningún Manual de Convivencia,
sino que se reducirán por la invocación de nuestra fe en la justicia; así como
cae el rocío de la lluvia que refresca la tierra y su sembrado y, que no
necesita el concurso ni la voluntad del hombre.
Refrendaríamos con esto conjuntamente la Reparación Integral de las Víctimas
y la no repetición del conflicto armado. Que es la temática y el ideario que le
apuesta el presidente Santos con estos diálogos en medio de la guerra. Que nada
está acordado, hasta que todo quede acordado.
La ciudadanía está saturada de
tanto debate estéril dado por el
sectarismo político con fines netamente electorales que de generación en
generación vienen infectando la deliberación constructiva desde la academia y
sus nuevas promociones del profesionalismo intelectual y hasta toda la juventud
ciudadana.
Hacerse a la extrema oposición cuando
no se consensa con quienes están en la gobernabilidad, escenario de toda
democracia para su contrapeso, pero, no es la única alternativa para coadyuvar
a la minimización de la problemática de pobreza y criminalidad que enmarcan a
este Estado colombiano.
Hay mucho celo político sectario en
el ambiente de las negociaciones en la Habana, por una parte de la oposición para que Santos no entre
a la historia colombiana de los posibles presidenciales pacifistas y, otra para
que no haga parte del postconflicto ya como presidente reelecto.
Pero muy por encima del
sectarismo que ha venido a hacer cuota
del conflicto ideológico y bélico legendario y actual. El libre compromiso
ciudadano hacia el Estado no es este sectarismo político.
¡Al gobernante! Rodearlo de buena
fe en sus propósitos pacifistas y ¡a Dios! La espectacularidad de su gloria.
_Porque ahora, Jerusalén prepara
tu defensa. El rey se levantará para pastorear a su pueblo con el poder y la majestad
del Señor su Dios, y ellos podrán vivir en paz, porque el Señor será
engrandecido hasta el último rincón de la tierra. El traerá la paz_ Profeta, Miqueas,
Cap. 5.
Saludo, Julio.
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