Con este titular de prensa: Estamos listos para recibir Desmovilizados;
pero la sociedad, no. Yo recojo apartes de esta entrevista realizada por
parte de la editora de El Tiempo,
Marisol, con Alejandro Eder, director de la Agencia Colombiana para la Reintegración.
El director de Reintegración sostiene que las desmovilizaciones han
aumentado en 25% este año. Con indignación, y casi con
desesperación, Alejandro, encargada del
tránsito de los excombatientes de guerrillas y grupos ‘paras’ a la vida sin
armas, sostiene que el país sigue sin entender que de esto depende la paz de
Colombia. El programa arrancó hace 10 años.
La sociedad tiene que echarse la
reintegración al hombro, afirma Eder, quien presentó en el Centro de
Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada lo que ha sido este proceso. Prefiere
no hablar de una eventual dejación de armas de las Farc y el Eln, pero deja
claro que la paz tiene un costo y debe ser asumido por todos. Afirma.
Esto corrobora mi percepción
postconflicto, de que nos hace falta muchísima preparación como sociedad para
ser el necesario buen padre, y los insurgentes, decisión plena de
arrepentimiento para que le fuesen confesados sus acciones criminales ante sus víctimas.
Pero una cosa es no estar
preparados, aun, ¡aclaro! para materializar a ese padre reconciliador, y otra
no tener la iniciativa, la voluntad y capacidad social de intentarlo.
Se sabe, por la duración del
conflicto armado en Colombia, que cunde el escepticismo de que no exista una
autentica voluntad de los guerrilleros
para expresar sus verdades y reparar
daños materiales y morales, en lo posible de ser reparados por ellos.
Y por otra parte, La labor del
Estado colombiano, que debe contar con la capacidad de justicia transparente, y
músculo institucional para la reparación integral, que debe incluir desde los mínimos
de atención en educación básica y avanzada, salud física y mental, capacitación
para la oferta y la demanda al trabajo digno, bases fundamentales para la necesaria
y justa reparación.
El desafío para el anhelado
postconflcito colombiano tiene que estar rodeado y blindado por la civilidad y
la intelectualidad de corazón y amor verdadero de patria como estructura representativa
de nuestra sociedad en ese escenario venidero.
Pienso. Aunque no se haya
demostrado un resultado valioso para mostrarle a la sociedad en el reciente
debate sobre el Marco legal para la paz, entre el Procurador y el Fiscal
General, valoro el estrechamiento de sus manos efusivamente al final del
debate. Ojalá no haya sido de la misma dosis de hipocresía política ya acostumbrada,
sobre todo, por parte del Procurador quien viene fungiendo como buen religioso.
Y derramaré sobre la casa de
David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y
mirarán a mí. En aquel día habrá una fuente siempre corriendo para que los
descendientes de David y los habitantes de Jerusalén se puedan lavar de sus
pecados e impurezas.
Y si alguno intenta hacerse de
profeta, su padre y su madre que lo engendraron le dirán: Mereces la muerte, porque
no dices más que mentiras en nombre del Señor. Profeta Zacarías, Cap. 12 y 13.
El presidente Santos, tiene un
pleno conocimiento de lo que se está jugando, políticamente, sobre este proceso
de paz, muy por encima de las históricas profecías interminables de la guerra.
Dice que ahora es diferente.
Yo en mi fe creo haber sido
derramado como descendiente de David. Esperanzador en la morado de Jerusalén ¡Me
unto de pueblo! En espíritu de oración y alabanza. Clamo igual que el salmista:
Confianza yo tendré, mi armadura, cargaré, si se levanta una guerra contra mí,
yo venceré. Amén.
Saludo, Julio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario