Pasa en nuestro país y nuestra
sociedad quienes somos –por desgracia social- uno de los mayores aportantes a las estadísticas de la pandemia
de la criminalidad en el mundo. Igual a la pandemia de las desigualdades
sociales. Solo se requiere vivir acá y estar actualizado para testificar y
cuantificar nuestras necesidades insolventes. El mundo es sofocado en pandemias
en sus vicisitudes. Acá son radicales en todos estos últimos tiempos.
Este desamparo y desolación de la
justicia en décadas tras décadas, es como si nos fuese dado a nosotros, desde
la creación de los humanos, una porción adicional como despropósito al pecado
original en proporción a las demás naciones. Herencia desde el destierro del Edén
y por la sangre derramada de Abel en manos de su propio hermano.
Porque resulta que de además de ser señalados históricamente
como narcotraficantes, ahora se desata el hecho de ser depredadores del medio
ambiente por la explotación ilegal de la minería. A esto se vislumbra una
guerra ambientalista, debido a que sus ingresos financieros son superiores en
su mega rentabilidad comparada con el tráfico de estupefacientes.
Pero la fe trasciende a las
pandemias humanas, la mía no podría ser la excepción. A propósito de la zozobra
que padecen los investigadores del periodismo colombiano por descubrir y
denunciar con verdades la corrupcion criminal.
He encontrado una semejanza de
estos espíritus llenos de patriotismo que minan en su trasegar investigativo del
periodismo en este camino censurado y criminalizado. Encuentro en el capítulo
62 del profeta Isaías, quizás una similitud de un hecho antiguo, pero metafórico
con la actualidad de gente revestidos de valentía ciudadana y cívica que busca
en verdad, el no callarse para que se haga justicia. Dice a continuación:
Por amor de Sión no callaré, y
por amor de Jerusalén no he de parar, hasta que salga como resplandor su
justicia, y su salud se encienda como una antorcha. Entonces verán
las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre
nuevo, que la boca del Señor nombrará. Y serás corona de gloria en
la mano del Señor, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo. Nunca
más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Asolamiento.
También para mostrarle la verdad
a esta sociedad, traigo apartes de una investigación que plantea el Ejército colombiano
adjunto con el trabajo de una experta en estrés postraumático, mostrado en una
columna en la prensa nacional, que en una dirección virtual, muestra cifras de
nuestra barbarie antisocial:
Haciendo referencia a la
problemática de la violencia que tiene como cautivos a niños, niñas y
adolescentes, estas cifras: del total de menores involucrados de manera directa
al conflicto armado, 18% de estos niños ha matado por lo menos una vez; 60% ha
visto matar; 70% ha visto cadáveres mutilados; 25% ha visto secuestrar; 13% ha
secuestrado; 18% ha visto torturar, 40% ha disparado contra alguien alguna vez
y 28% ha sido herido. Esto en verdadabierta.com
Siendo consciente de que el miedo
cunde en esta tierra asolada por la criminalidad en su corrupción, en donde las
recomendaciones a la autocensura son válidas. Porque. Si no se respetan la
dignidad e integridad de nuestros indefensos niños, niñas y adolescentes ¡cuanto
menos! el periodismo y la opinión que buscan mostrar siempre la verdad. Te
muestro la verdad. Por amor a ti Colombia. No callaremos. Por la sangre de
Cristo.
De cierto que estamos lejos de
que los Derechos Fundamentales se hagan inviolables a la vida. ¡Clamo! como el
salmista: Tú reprendes a los insolentes y malditos que se apartan de tus
mandamientos. Salmo 191.
Saludo, Julio.
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