viernes, 24 de mayo de 2013

PROFECIA A LA VIDA



La indignación del pueblo colombiano es elocuente su proceder ya que tiene como arma, la renuencia para no perdonar como sociedad civilizada, justificada además por los más atroces crímenes, pasando por el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes privándoles en su derecho de vivir en libertad y sano juicio, hasta el vil secuestro de personas nacionales o extranjeras.
Esta sociedad, aun, aclaro, no consta de un mínimo de voluntad de perdón y reconciliación contra quienes han masacrado indiscriminadamente a la población civil durante todo el tiempo de esta guerra anacrónica. Por todas las anteriores razones, reposa en ella un  alto peso de repugnancia, por demás válida y entendible.
Aunque el perdonar es un acto voluntario espiritual individual que le permite al individuo sanarse. Le corresponde al conglomerado ente de la justicia: Fiscalía General, Procuraduría, Contraloría formalizarse como una Defensoría plena del pueblo, creando una confianza transparente y eficaz de Estado para tender puentes sociales de reconciliación y perdón comunitaria. Mientras esto no se consolide, se nos mostrarán justificaciones, no justificadas:
Como lo postulan los jefes negociadores de la guerrilla de las Farc, quienes ahora se creen víctimas por este Estado corrupto, según su criterio cínico, pero que contiene tintes   de verdad, ¡corrupto! en su historial por sus crímenes de Estado desde por allá del tiempo del bipartidismo, violando los Derechos Humanos, hasta ahora, con sus ya famosos falsos positivos. ¡También es cierto!
Haciéndole apología a lo que en Eclesiastés capitulo 3 muestra como compensación en el tiempo de nosotros los seres humanos,  en donde declara sagradamente que en este mundo todo tiene su tiempo.
Por ende pienso que por muy mal que nos haya ido como sociedad conflictiva, tenemos el derecho a soñar con lo que en el tiempo no solo está estipulado para la guerra. Veamos sus postulados:
Hay un momento para nacer, para morir, plantar, arrancar, matar, curar, destruir, construir, llorar, reír, estar de luto, de fiesta, esparcir piedras, recogerlas, abrazarse, separarse, intentar, desistir, guardar, tirar, rasgar, coser, callar, hablar, momento para el amor, el odio, la guerra y la paz.
Siguiendo escudriñando, encuentro un cuestionamiento que a diario nos hacemos los creyentes, más diría, que los no creyentes también: Nosotros hemos visto que a los malvados le salen las cosas bien, que ponen a prueba a Dios, y no reciben ningún castigo. ¡Respuesta sorpresiva!, pero para los no creyentes, más diría también que para ciertos creyentes: El Señor responde: Estoy preparando un día en el que ellos volverán a ser mi pueblo. Malaquías 3.
De la columnista Natalia Springer, he tomado una apreciación oportuna e importante sobre esta coyuntura de ponerle fin a este conflicto colombiano, Ella anota lo siguiente sobre el particular:
El derecho internacional establece un deber estatal de perseguir los crímenes internacionales más graves, independientemente de las consideraciones políticas del momento. El estatuto de la Corte Penal Internacional ordena que los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto no deban quedar sin castigo.

Y que los Estados parte deberán estar decididos a poner fin a la impunidad de los autores de estos crímenes y a contribuir así a la prevención de nuevos crímenes. El estatuto recuerda, igualmente, que es deber de todo Estado ejercer jurisdicción penal contra los responsables de crímenes internacionales, a saber, las graves violaciones del derecho internacional humanitario, el genocidio, la tortura, los crímenes de lesa humanidad. Apartes.
Por todas nuestras tangibles tragedias, sobran demás, justificadas también, las profecías para la interminable guerra fratricida. Pero sigo mejor la compensación de los tiempos. Y, que Dios perdona multiplicadamente. Pero la vida cobra todas nuestras infracciones. ¡Tantas veces!
Saludo, Julio.

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