La indignación del pueblo
colombiano es elocuente su proceder ya que tiene como arma, la renuencia para no
perdonar como sociedad civilizada, justificada además por los más atroces crímenes,
pasando por el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes privándoles en su
derecho de vivir en libertad y sano juicio, hasta el vil secuestro de personas
nacionales o extranjeras.
Esta sociedad, aun, aclaro, no
consta de un mínimo de voluntad de perdón y reconciliación contra quienes han
masacrado indiscriminadamente a la población civil durante todo el tiempo de
esta guerra anacrónica. Por todas las anteriores razones, reposa en ella un alto peso de repugnancia, por demás válida y
entendible.
Aunque el perdonar es un acto voluntario
espiritual individual que le permite al individuo sanarse. Le corresponde al
conglomerado ente de la justicia: Fiscalía General, Procuraduría, Contraloría
formalizarse como una Defensoría plena del pueblo, creando una confianza transparente
y eficaz de Estado para tender puentes sociales de reconciliación y perdón comunitaria.
Mientras esto no se consolide, se nos mostrarán justificaciones, no
justificadas:
Como lo postulan los jefes negociadores
de la guerrilla de las Farc, quienes ahora se creen víctimas por este Estado
corrupto, según su criterio cínico, pero que contiene tintes de
verdad, ¡corrupto! en su historial por sus crímenes de Estado desde por allá
del tiempo del bipartidismo, violando los Derechos Humanos, hasta ahora, con
sus ya famosos falsos positivos. ¡También es cierto!
Haciéndole apología a lo que en Eclesiastés
capitulo 3 muestra como compensación en el tiempo de nosotros los seres humanos,
en donde declara sagradamente que en
este mundo todo tiene su tiempo.
Por ende pienso que por muy mal
que nos haya ido como sociedad conflictiva, tenemos el derecho a soñar con lo
que en el tiempo no solo está estipulado para la guerra. Veamos sus postulados:
Hay un momento para nacer, para
morir, plantar, arrancar, matar, curar, destruir, construir, llorar, reír,
estar de luto, de fiesta, esparcir piedras, recogerlas, abrazarse, separarse,
intentar, desistir, guardar, tirar, rasgar, coser, callar, hablar, momento para
el amor, el odio, la guerra y la paz.
Siguiendo escudriñando, encuentro
un cuestionamiento que a diario nos hacemos los creyentes, más diría, que los
no creyentes también: Nosotros hemos visto que a los malvados le salen las
cosas bien, que ponen a prueba a Dios, y no reciben ningún castigo. ¡Respuesta
sorpresiva!, pero para los no creyentes, más diría también que para ciertos creyentes:
El Señor responde: Estoy preparando un día en el que ellos volverán a ser mi
pueblo. Malaquías 3.
De la columnista Natalia
Springer, he tomado una apreciación oportuna e importante sobre esta coyuntura
de ponerle fin a este conflicto colombiano, Ella anota lo siguiente sobre el
particular:
El derecho internacional
establece un deber estatal de perseguir los crímenes internacionales más
graves, independientemente de las consideraciones políticas del momento. El
estatuto de la Corte Penal Internacional ordena que los crímenes más graves de
trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto no deban quedar
sin castigo.
Y que los Estados parte deberán
estar decididos a poner fin a la impunidad de los autores de estos crímenes y a
contribuir así a la prevención de nuevos crímenes. El estatuto recuerda,
igualmente, que es deber de todo Estado ejercer jurisdicción penal contra los
responsables de crímenes internacionales, a saber, las graves violaciones del
derecho internacional humanitario, el genocidio, la tortura, los crímenes de
lesa humanidad. Apartes.
Por todas nuestras tangibles
tragedias, sobran demás, justificadas también, las profecías para la
interminable guerra fratricida. Pero sigo mejor la compensación de los tiempos.
Y, que Dios perdona multiplicadamente. Pero la vida cobra todas nuestras
infracciones. ¡Tantas veces!
Saludo, Julio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario