jueves, 22 de diciembre de 2011

TRABAJO POR CALIDAD DE VIDA

No voy a referirme al irrisorio valor en pesos del aumento al salario mínimo en Colombia. Porque, salvo de las circunstancias de cada uno, solo aquel que está bajo el techo, es quien sabe y sufre el efecto de la gotera; dicho de otra manera, solo nosotros los trabajadores de a pie sentimos en la piel el peso económico de la casa por la descompensa entre los gastos básicos –comida, salud, educación y servicios públicos- contra los ingresos salariales que de mano conocemos y lidiamos.
Pero no me voy a detener a llorar detenido sobre el muro de las lamentaciones, afortunadamente en particular, ya superé esa página. Mas me animo en un nuevo Estilo de Vida en la trilogía de un activo perfil ciudadano y visionario y misionario a la vez. Que el Dios de la vida, mentor de esta actitud de fe, se encargue en su Espíritu en contagiar a la gente de mi comunidad, primeramente.
Por eso me distancio de la opinión de quienes sienten la incapacidad que producen hechos de injusticias sociales y solo se detienen a describir en el medio de la comunicación apologías en detrimento de nuestra sociedad, aunque ciertamente los hechos que estigmatizan a la comunidad de los cuales se podrían comparar con ciertas obras literarias de Gabriel García Márquez; por ejemplo satanizar al país a un destino infinito de que se tenga que vivir la historia literaria de: Cien años de soledad, o de El Coronel no tiene quien le escriba ¡Oh! Crónica de una muerte anunciada.
Porque no se quienes hoy me acompañen en esto de creer que salir del hueco sucio social de nuestras aberrantes desigualdades, pese a que no somos un país pobre en recursos naturales, además con profesionales de la ciencia y la tecnología con muchos rangos intelectuales, y en tener una clase laboriosa importante con trabajo calificado que da la fuerza física y de ideas innovadoras. Pero que ninguno de los anteriores espere milagros en el solo ensoñarse de un cerrar y abrir de ojos. No. Aquí habrá que hacer como le tocó en su tiempo hacer al pueblo egipcio para vivir y compartir socialmente con las venidas siete vacas flacas ya habiendo antes concertado, entre lo humano y lo divino, socializándose con las gordas. Inversa para la historia de vida de los colombianos que llevamos añales y, no precisamente compartiendo las flacas, que se traducen en necesidades básicas insatisfechas en su gran mayoría poblacional.
_Y te acordarás de que fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te rescató; por tanto yo te mando esto hoy. Si él te dijere: No te dejaré; porque te ama a ti y a tu casa, y porque le va bien contigo_. Deuteronomio. Cap. 15, 15-16.
A lo que voy. Sin tener en cuenta lo irrisorio del aumento; que a propósito es una crónica de un desaliento laboral de siempre que vienen primando en la culminación y el comienzo de los años. Mejor primo en lo de la concertación entre los gremios empresariales, las centrales obreras y el gobierno. En donde dice el ministro de Trabajo, Rafael Pardo, quien aseguró que realmente lo que hemos visto aquí es un diálogo democrático y hemos encontrado interlocutores muy valiosos. Este acuerdo significa sacrificio para todos, pero muestra el sentido de una verdadera concertación.
Pero para que nos vaya bien como una nación justa, es materia requerible un retiro espiritual para desarmar la mezquindad empresarial, de miles; y el protagonismo vano de líderes sindicales, de cientos; y encontrar interlocutores de los gobiernos de turno, que también haga lo suyo. Lo justo.

Saludo, Julio.

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