lunes, 25 de enero de 2010

NOMINA DEL ESTADO

Haciendo un poco de memoria sobre mi historia laboral en casi dos décadas seguidas.
Recuerdo las épocas de oro nominal laboral empresarial que vivieron los otrora empleados de la famosa empresa de capital regional como fue Avianca S.A.; la aerolínea de Colombia.
Paralelamente, nosotros fuera de esa Nomina también le prestábamos -y le presto en la actualidad- el mismo servicio laboral a la compañía desde otro lugar logístico.
Igualmente compartimos la misma responsabilidad, pero llamados en contratos laborales diferentes como los terceros o agentes generales, o prestadores de servicio pero ignorados de los privilegios salariales conseguidos en las negociaciones convencionales que se lograban adquirir con las organizaciones sindicalistas.
Como estas disparidades laborales viven en la actualidad muchos compañeros de trabajo dentro de una misma organización empresarial.
Es tan cierto que muchas organizaciones laborales representadas en sindicatos para la defensa y protección de los intereses económicos y de estabilidad laboral, han terminado por pretensiones excéntricas con la quiebra de grandes empresas, ya sean privadas o públicas.
Como muestra de ellas las empresas públicas prestadoras de los servicios domiciliarios o bien la famosa corrupción laboral en Foncolpuertos.
De aquí el nacimiento de la tercerización o cooperativismo que inundan los contratos laborales en las distintas empresas colombianas.
Ya en la actualidad y dentro de otro punto de vista en donde una legislación laboral que no mirare con gran detenimiento estas disparidades labores, estaríamos confirmando que es una nación condenada a las desigualdades económicas y sociales de las cuales reinan en los países subdesarrollados como el nuestro.
Materia de inspiración a manera de largo plazo debería ser en estos tiempos electorales para quienes presentan su nombre, conocimiento y proyectos de reforma en la legislación constitucional a favor de los intereses que igualen las condiciones generales de la gente.
Alcanzar la institucionalidad total para un Estado integro es un compromiso imperioso e inaplazable para quienes creen y prometen en su discurso proselitista el querer minimizar la pobreza y mendicidad que rondan la mayoría de nuestros hogares colombianos.
Es justo y necesario el proponer y el hacer.
Sacando del texto una exhortación de nuestra Constitución nacional en donde prime el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población, que son finalidades sociales del Estado.
Materializarlo es otro cuento.
Otra disparidad encontrada en el rol laboral es que se es inútil laboralmente en edad promedio de los 35 años no apto para conseguir empleo, mas, el pensionarse se es aún muy joven a la edad menor de los 65, es decir, si los jóvenes supieran y los adultos pudieran, lo leí una vez.
_Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo; visítame con tu salvación._
Salmo 106, 4.
Sabemos que es tan fácil el escribir, hacer discurso y prometer a cambio de un beneficio cualesquiera.
Igualmente de fácil el engañar a un pueblo sumergido en la ignorancia, la ignominia y la anarquía gubernamental en tantos años, como en esta región Caribe, por ejemplo; en donde el ejercicio democrático no es prenda de garantía, dado por el ofrecimiento de una prebenda a cambio de un sufragio electoral amañado, amarrado y sin ley.
He igual es tan difícil cambiarle en un cerrar y abrir de ojos la manera de pensar y actuar.
El reformar o reconstruir las legislaciones laborales que le garanticen a uno como trabajador la honra y la dignidad para nuestros hogares, queriendo ser uno un privilegiado laborioso en la Nomina del Estado colombiano, justo y eficiente.
Es el anhelo salido de nuestro sudor o nuestra capacidad, disciplina y responsabilidad laboriosa imaginable en cualquier adulto apto para trabajar.
_Para que yo vea el bien de tus escogidos, para que me goce en la alegría de tu nación, y me gloríe con tu heredad.
Salmo 106, 5.
Saludo, Julio.

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