"Pese a que su IPS había aprobado la eutanasia para el pasado domingo, a última hora y con argumentos jurídicos al parecer errados, se canceló el procedimiento. Sus abogados ya presentaron una tutela para exigirle al Estado que proteja su derecho a morir con dignidad": @elespectador.
El título de este artículo es muy
consecuente con la filosofía de mis columnas de opinión, más extraña que la
inicie con una noticia en particular de la enfermedad de una persona, o bien
sea, yo la tenga en cuenta para buscarle una reflexión con impacto social
curativo.
Pero va a sonar crudo y un poco
despectivo de mi parte, pero Colombia es un país de unos 50 millones de
habitantes; y si así ya es ley la eutanasia para pacientes con enfermedad
terminal degenerativa y progresiva, la aplicación de la norma, solo repercute
al enfermo y su familia.
Pero NO pasará desapercibida si
la noticia tendría que ver con un caso antisocial de la muerte política de
quienes vienen lesionando de manera degenerativa y progresiva la democracia con
efectos nocivos contra la calidad de vida del resto de la población; eso sí
sería, una importante y viral noticia.
"La eutanasia (buena muerte)
es uno de los procedimientos más utilizados en la sociedad actual para causar
la muerte a un paciente en estado terminal con el fin de evitarle dolores
infructuosos; de esta manera se le impiden molestias físicas y psicológicas
producidas por su enfermedad".
Pero ingenuo sería pensar que con
la muerte política se curan las malas prácticas en la contratación pública,
porque ahí está de testimonio la malaria resurrección sanguínea en, Emilio
Tapias, que sabe: "como le sigue entrando el agua al coco".
Porque la eutanasia electoral
eficaz y verdadera reside en conocer cómo se forman las alianzas de los
candidatos a elección popular previo en las campañas políticas, y luego viene
el juicio -respaldo o el castigo- masivo en las urnas de los ciudadanos con
conocimiento y responsabilidad social.
Bien sea dicho quien manifestó
que la letra con sangre no entra; y le agrego, que si entra, no sería para
adquirir un conocimiento espiritual, ético y moral que NO degenere a la
persona.
Caso sea, de quienes aún de tener
uno o más títulos universitarios, pero con un voraz apetito de adquirir poder y
fama, ahora sean delincuentes categóricos políticos degenerativos de la
política colombiana.
Y llegaron a ser y se mantienen
como reos mentales, entendiendo que aunque estén bajo la sentencia de una
condena de la justicia, léase intramuros o mansión por cárcel, siguen
degenerados, moralmente.
Entienden ellos -los reos
reincidentes- que continúan las oportunidades para defraudar al Estado a través
de la contratación pública de forma fraudulenta, porque la complicidad interna
sigue activa y atractiva como cuando hicieron el primer intento y fueron
premiados.
Contrario sería si la ciudadanía
en democracia actuara con determinación como si fuéramos nosotros la ley de la
eutanasia contra las malas prácticas políticas desde el cubículo electoral.
Considero que igual o mejor,
evitaríamos el dolor impotente, infructuoso físico y psicológico de los que
padecen la pobreza; defensa social-espiritual NO para "morir con
dignidad", sino para vivir siempre con ella.
Y yo, como hombre comunicador, el
que ha venido como primer colombiano proponente y sin tutela alguna, sino como
una resurrección-emancipación ciudadana libremente compartida.
Que luego y conjuntamente
democráticos seríamos los abogados defensores legítimos para castigar a la
degeneración progresiva y, empezar la regeneración hacia un verdadero Estado
Social de Derecho salva-vidas.
Este es Aquél que vino (....). Y
el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. 1 Juan
5:6-12.
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