martes, 16 de junio de 2020

VENCEREMOS EL TRÁGICO 2020.


¡Pesar! Ya no nos distinguen como Costeños a nivel nacional, entre otros aspectos de orgullo regional, por ejemplos: el aporte cultural de la versatilidad musical de las composiciones de Rafael Escalona. Como tampoco por la fina pluma del Novel literato y novelesco de García Márquez.

Ahora la distinción vergonzosa es que, de cada escándalo de corrupción administrativa o electoral a niveles nacionales, está inmiscuido uno o varios representantes de la política costeña. Recientes casos deshonrosos de la actualidad: los carteles de la contratación pública alimentaria en medio de la pandemia. Lo de, Aida Merlano y la ÑeñePolítica. 

Y para ponerle la “fresa a la torta” de nuestro desprestigio social, actualmente somos el foco de contagios y muertes, porque en la primera quincena del mes de junio en el departamento del Atlántico los fallecimientos por la Covid-19 subieron de 199 a 419 y los contagios de 4.116 a 10.882. 

Y me voy ahorrar en nombrar todo ese cúmulo de consecuencias subjetivas que en las redes sociales y en la Prensa local le atribuyen a este lamentable panorama crítico del coronavirus; lo cierto, es que la incultura ciudadana, el relajo de antaño, y de que como población somos grandes aportantes regionales del hambre en las desigualdades sociales y económicas del país, por la informalidad laboral, el rebusque en las calles y buses del transporte local. 

Pero pese a esta debacle social, desde mis inicios como escritor de opinión; siempre he querido elaborar columnas de hechos culturales, sociales, de empuje laboral y de aportes novedosos para la economía regional, pero hasta hoy, en mis actuales 300 artículos, es poco o casi nada que resaltar. 

Pero esta Covid-19 si me hizo regresar a la audiencia de las noticias periodistas del orden nacional; porque me había retirado de seguir diariamente las actualidades noticiosas por allá, por agosto del 2.018. 

Y he visto que el coronavirus ha dejado en evidencias los problemas estructurales que tenemos como comunidad mundial; más sus consecuencias de temor al contagio y a la muerte, están lejos de ser un punto de partida para los cambios de conducta humana, del colombiano, específicamente. 

A nivel de país y en su política y su gobernabilidad, preguntaremos: ¿Que noticias nos han de llenar de orgullo patrio? ¡Ninguna! Con certeza lo anunciamos. Y lo que, si estamos cundidos de ver y oír, son las acusaciones que rayan en lo judicial, entre un bando del activismo político contra el otro. Y de ahí, no hay poder supra terrenal que nos saque de ese enjambre vergonzoso. 

Prosigo. Si en las regiones llueven malestares sociales y políticos, como la nuestra Caribe, es poco lo resaltable a nivel de país, porque el panorama es también igual de desalentador; pero tampoco voy a entrar a descalificar a la vicepresidenta por el caso de narcotráfico que salpicó a su familia y que no le contó a tiempo a sus electores.

El daño de ese hecho periodístico por el tráfico de estupefacientes que involucran a los colombianos implícitos, y que le dan la vuelta al mundo, si es un aliño más de desprestigio social y de desconfianza internacional que manchan invisiblemente el pasaporte colombiano. Para aquellos connacionales primerizos o permanentes que viajan hacia el exterior.

No obstante, por nuestra resiliencia y nuestra fe; muchos seguiremos bregando por un Nuevo Amanecer Generacional que nos represente, dignamente. Y mi sueño de escribir columnas de opinión y llenar libros que engrandezcan con honor nuestra región; sigue incólume.

Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. Apocalipsis 3:21.


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