lunes, 1 de julio de 2019

LA VERDAD ARGUMENTADA


Soy muy respetuoso con los colegas que con su talento intelectual escriben seguidamente sobre las realidades y generan opinión para su comunidad; no obstante, soy de los que coincido con lo excelso de la fe, que es, atenuar la opinión en lo cualitativo y no, lo cuantitativo.

Pero a renglón seguido, tanto para los primeros columnistas conocidos y admirados por su profesión y su conocimiento, y nosotros, los segundos, los impulsados por la fe; ya, ambos nos debemos a un grupo selecto de lectores atentos a lo que escribimos permanentemente.

Y como somos un volcán en erupción, si, así es nuestra convulsionada convivencia social, política y económica, ya que hay temas a diarios, a minutos y segundos en los que hay mucho de cuestionar, contar y criticar. Y poco que resaltar. ¡Lastimosamente!

Y para ahorrarme la lista interminable de las dificultades sociales, judiciales, políticas y económicas que suceden a diario, ya en una columna de opinión de una prensa nacional están relacionadas: Carta A Duque.

Así la escribió la periodista Vicky Dávila. La relata desde el hundimiento esperado en el Congreso de la República de la Consulta Anticorrupción. La crisis de inmigrantes venezolanos. Las Cortes. Y le adiciono: lo de Santrich, caso que ya debería estar resuelto. Preso o extraditado. Así lo considero.

Porque el amor al prójimo; para esta generación colombiana volcánica en desigualdades sociales, inmersa en impunidad, postrada por el crimen, el hurto a mano armada, saturada por el odio y la venganza, debe primar el bien general antes que defender lo indefendible de un líder o un caudillo enlodado en sus actos de ilegalidad. Llámese Santrich u otro. Si, de esos que gravitan en la doble moral.

Porque también, si la corrupción estatal y el crimen organizado de guerrillas, pandillas y paramilitarismo nos han llevado social, judicial y económicamente a este estado de postración, la doble militancia de la moralidad política nos ha hecho igual de insalvables como comunidad.

Y me refiero específicamente a líderes políticos temerarios. A empresarios enlodados con el narcotráfico. Abogados con estatus de moralistas encubiertos. Y todos aquellos que estuvieron, están, y aún siguen inmersos en procesos judiciales que duermen el sueño de la injusticia. Y, aun así, se hacen ver como las lumbreras ideológicas de nuestra salvación social. 

No obstante, a lo tenebroso que nos ha representado a lo largo de una historia trágica cohesionada por una burbujeante economía encubierta por la ilegalidad política y el narcotráfico, en donde grandes hombres valientes reposan metros debajo de nuestras tierras. 

Y es la resiliencia del don de la fe, que por esto no les ha permitido que nos borren tajantemente del mapa de la evolución justa y pacífica. 

Y seguiremos respirando esperanzas sociales, clamando hacia una justicia imparcial para una trascendencia cultural que nos permita mirarnos a los ojos con dignidad y respeto. 

Y no hay otra vía de participación ciudadana de cambio que no sea la de la democracia participativa. Venciéndolos. Ahí, donde está el “patrón electoral” donde sigue rugiente aferrado al poder.

Mensaje papal: La fe es una relación, un encuentro; y mediante el impulso del amor de Dios podemos comunicar, acoger, comprender y corresponder al don del otro.

Romanos 10:10 Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.


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