Soy muy respetuoso con los
colegas que con su talento intelectual escriben seguidamente sobre las
realidades y generan opinión para su comunidad; no obstante, soy de los que
coincido con lo excelso de la fe, que es, atenuar la opinión en lo cualitativo
y no, lo cuantitativo.
Pero a renglón seguido, tanto
para los primeros columnistas conocidos y admirados por su profesión y su
conocimiento, y nosotros, los segundos, los impulsados por la fe; ya, ambos nos
debemos a un grupo selecto de lectores atentos a lo que escribimos
permanentemente.
Y como somos un volcán en
erupción, si, así es nuestra convulsionada convivencia social, política y
económica, ya que hay temas a diarios, a minutos y segundos en los que hay
mucho de cuestionar, contar y criticar. Y poco que resaltar. ¡Lastimosamente!
Y para ahorrarme la lista
interminable de las dificultades sociales, judiciales, políticas y económicas
que suceden a diario, ya en una columna de opinión de una prensa nacional están
relacionadas: Carta A Duque.
Así la escribió la periodista
Vicky Dávila. La relata desde el hundimiento esperado en el Congreso de la República
de la Consulta Anticorrupción. La crisis de inmigrantes venezolanos. Las
Cortes. Y le adiciono: lo de Santrich, caso que ya debería estar resuelto.
Preso o extraditado. Así lo considero.
Porque el amor al prójimo; para
esta generación colombiana volcánica en desigualdades sociales, inmersa en
impunidad, postrada por el crimen, el hurto a mano armada, saturada por el odio
y la venganza, debe primar el bien general antes que defender lo indefendible
de un líder o un caudillo enlodado en sus actos de ilegalidad. Llámese Santrich
u otro. Si, de esos que gravitan en la doble moral.
Porque también, si la corrupción
estatal y el crimen organizado de guerrillas, pandillas y paramilitarismo nos han
llevado social, judicial y económicamente a este estado de postración, la doble
militancia de la moralidad política nos ha hecho igual de insalvables como
comunidad.
Y me refiero específicamente a líderes
políticos temerarios. A empresarios enlodados con el narcotráfico. Abogados con
estatus de moralistas encubiertos. Y todos aquellos que estuvieron, están, y aún
siguen inmersos en procesos judiciales que duermen el sueño de la injusticia. Y,
aun así, se hacen ver como las lumbreras ideológicas de nuestra salvación social.
No obstante, a lo tenebroso que
nos ha representado a lo largo de una historia trágica cohesionada por una burbujeante
economía encubierta por la ilegalidad política y el narcotráfico, en donde
grandes hombres valientes reposan metros debajo de nuestras tierras.
Y es la resiliencia del don de la
fe, que por esto no les ha permitido que nos borren tajantemente del mapa de la
evolución justa y pacífica.
Y seguiremos respirando
esperanzas sociales, clamando hacia una justicia imparcial para una trascendencia
cultural que nos permita mirarnos a los ojos con dignidad y respeto.
Y no hay otra vía de participación
ciudadana de cambio que no sea la de la democracia participativa. Venciéndolos.
Ahí, donde está el “patrón electoral” donde sigue rugiente aferrado al poder.
Mensaje papal: La fe es una
relación, un encuentro; y mediante el impulso del amor de Dios podemos
comunicar, acoger, comprender y corresponder al don del otro.
Romanos 10:10 Porque con el
corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser
salvo.
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