Porque, absolutamente todos, por
nuestra mente hemos pretendido llegar, de alguna manera a la fama y alcanzar sueños
de conquista. ¡Todos lo hemos soñado!
Pero con veracidad investigativa queda
comprobado que los grandes sueños en más de un 90 por ciento nunca llegan a
materializarse, y aun más de este porcentaje, los soñadores no podemos o no
tenemos los medios de comunicación para hacerlo público.
Y si en la vida secular queremos
o pretendemos ser famosos en cuanto a reconocimientos se refiere, como
deportistas, músicos o profesionales de la ciencia o la tecnología entre muchas
labores.
En lo místico muchos tenemos
pretensiones soñadoras similares, ya ungidos desde la tina bautismal llamados para
realizar labores de: maestros, reyes y profetas; reconfirmados en Efesios 4:11.
Entonces dicho lo anterior místico,
y si alguna de esta, dos o tres de estas manifestaciones de signos de la divinidad
entran a ser parte del rol de nuestras misiones; ¿Por qué han de
escandalizarnos?
Sobre la titularidad de este artículo,
destapo mis cartas misioneras como laico, en que mi rol vocacional en nada
tiene que ver con otros roles importantes como miembro general de la Iglesia.
Sino que mi competencia de fe es
todo lo relacionado a opinar constructivamente sobre los quehaceres sociales,
lo político y su administración pública.
Porque, aunque vengamos
designados con nuestros dones dados según lo manifestado a la Iglesia: 1
Corintios 12:28; léase también: 1 Corintios 12:18 Ahora bien, Dios ha colocado
a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó.
Y dada a su custodia, allá, en la
Iglesia, se encuentran dignatarios que con conocimiento e inteligencia
pastorean a quienes hacemos parte de esta comunidad, dícese en; Jeremías 3:15.
Y yo, seguiré bajo este ordenamiento
de la fe bautismal; a manera singular, y así dócil como en mi inocencia de niño
fui presentado al sacerdote de turno para ser ungido en el ritual salvífico del
bautismo en la custodia tradicional y convicción de la fe católica de mis
padres.
Padres que por gracia de Dios
reinan en vida.
Yo, aunque ya un poco adulto, con
criterio propio y con autonomía para elegir y discernir, así mismo como aquel niño
obediente estaré siempre bajo el ordenamiento jerárquico, el criterio de
comunidad y el escrutinio dogmático del Tribunal Eclesiástico de la misma
Iglesia Católica.
Yo como laico, ahora refrendo y
defiendo públicamente el único ritual bautismal cristiano desde nuestra
infancia y, pongo a su consideración y estudio, a esta misma Iglesia, esta mi
fe pública, fe escrita desde un ayer, desde hoy y lo que ha de escribirse.
Yo, ahora que no tengo tiempo
libre para el desánimo, sigo teniendo en mi conciencia una fe que arde en una
llama espiritual que no se puede consumir jamás.
Isaías 42:1-7 (…) No clamará ni
alzará la voz, ni hará oír su voz en la calle. No acabará de romper la caña
quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario