Y a mi imaginación voy a incluir
a la fe en ese etcétera incógnito como otro objeto, pero humano, que sea tangible
y asequible y que logre medir distancias para detectar y discernir el mal y el
bien en un entorno especifico y llegar a un objetivo común del ser humano, como
es el preservar la vida y mejorar la convivencia.
Y me pongo en los “zapatos” del
desaliento de mis más antiguos lectores a los que no les he podido mostrar
acontecimientos sociales de esta fe.
A ellos que me han leído como si yo
quisiera cambiar de artículo en artículo, la temible historia de Colombia. Específicamente
llevarla a una forma ética y espiritual de como se debe hacer la política.
Y es que desde que el péndulo de
mi fe se mueve entre la mente y el corazón; como está escrito: En los postreros
días así se los pondré conforme a la Promesa. (Hebreos: 8,10).
Y desde siempre he venido
creyendo y esperando un gran acontecimiento sobrenatural (donde sean redimidos
los valores humanos) y que traigan un impacto social que logre menguar a los tiranos,
su censura, su odio, la belicosidad, su avaricia y la vanidad en la dirigencia
y la gobernabilidad en veredas, pueblos y ciudades.
Pero también me dirían que la criminalidad
urbana y las guerrillas terroristas hay que combatirlas con el mismo rigor que
la corrupción pública; desde luego que sería un despropósito negarlo, pero todos
sabemos que su origen o razón de ser crece y se extiende a causa de la ausencia
parcial o absoluta del Estado que no llega, a causa de la misma corrupción, con
la justicia social, igual negada a veredas, pueblos y ciudades.
¡Porque! Muerto el perro. Se
acaba la rabia. Reposa un viejo adagio.
Igual nosotros los provincianos y,
que para nadie es un secreto, conocemos el nacimiento local, regional y
nacional de esta corrupción engendrada desde las campañas electorales.
Monumental ejemplo son los gastos
astronómicos que se requieren para llegar a ser elegido concejal o alcalde de
una verada o un pueblo, quizás igual o mayor la inversión proselitista que el mismo
presupuesto municipal.
Y hagan cuentas del recobro que
ya en el poder es imparable e incontrolable.
Solo se requiere un temor de
Dios. Y acontecerá que los que sufren ahora a causa de esta indolencia,
celebrarán con quienes hemos creído, esperado e impulsado una reflexión
constructiva sin precedentes.
Y para entonces el pueblo entero
despertará de su letargo anímico cívico-social y despreciará la idolatría
politiquera y clientelista. Y enfrentará con conocimiento a la burguesía
política enquistada.
Y pasaremos a la historia siendo ciudadanos
activistas en bien del desarrollo equitativo estatal y la pacificación
nacional.
Papa Francisco: Esta es la red
que queremos. Una red hecha no para atrapar, sino para liberar, para custodiar
una comunión de personas libres. ¡El Señor escucha la oración humilde!
Excelente reflexion... pienso igual y soy defensor de la fe y la politica como herramienta de caridad para la desigualdad social... para ejecutar programas en los mas pobres partiendo del buen sentido de que si Dios lo sientan a gobernar tambien en los cargos publicos, el desarrollo y la justicia social llegara por añadidura.
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