Desde la creación
de las primeras sociedades en el génesis de la vida humana, nuestra sociedad
colombiana parece estar entre esas que históricamente fueron mal barajadas por
los padecimientos normales producto de las diferencias en la convivencia. Problemáticas
humanas que han de ser resueltas diligentemente con los conocimientos e
intelectualidad que se tenga.
Anotado este preámbulo.
Es que nuestra actual generación colombiana, nosotros los de las últimas cinco décadas,
para ser más precisos, se nos ha hecho un nudo la incompetencia institucional ante
toda amenaza y sus hechos contra todos los Derechos Fundamentales de su gente.
El sosiego y la
sana convivencia de nuestras sociedades tienen como verdugo, la corrupción
criminal, el terrorismo y el narcotráfico, la cual es un conflicto -
elementalmente conocido - originario e histórico de indolencia gubernativa y de
una política de odios y vanidades.
A lo gravísimo
de esta fragilidad institucional para resolver internamente nuestras
desavenencias comunitarias, se le suma el odio trío-visceral entre quienes hoy dirigen
los entes de control como son: Fiscalía General, Contraloría y Procuraduría.
Y ni que decir
de los vacíos e incertidumbres administrativas y judiciales que hoy tienen plagadas
sus instituciones para resolver conflictos según su competencia. Ahora salta a
la vista nuevamente las ciber-amenazas de las chuzadas ilegales, la cual se
conoce su nacimiento, más no, cómo y cuándo será su sepultura.
Mientras no se
pueda – imaginariamente- desbarajar de nuevo, es decir, en donde la verdad sepulte
a la mentira, la defensa a la amenaza y, la inteligencia institucional sea
proactiva a la criminalidad y la corrupción para una confiable Defensa Nacional;
tendríamos que seguir de debate en debate, mientras la trampa se siga tragando
a la ley colombiana: Apartes de una
entrevista al presidente Santos.
Esta delicada frontera entre la inteligencia legal y la ilegal es la nuez
de la discusión que ha desatado este nuevo escándalo. Porque si bien una buena
inteligencia es la punta de lanza de la lucha contra el crimen y el terrorismo
y permite que una sociedad duerma más tranquila, la mala inteligencia –la
ilegal– vulnera los derechos civiles y las libertades individuales y puede
llevar a un Estado policivo.
La nueva Ley de Inteligencia es muy clara en los límites y, en estricto
sentido, el espionaje de correos y datos debe tener orden judicial. Lo
importante es que en este debate se haga una clara distinción entre lo que los
organismos de seguridad pueden y no pueden hacer.
La buena inteligencia hay que protegerla y el Estado tiene que tener todos
los instrumentos a su alcance
–enmarcados dentro de la ley– para luchar contra la criminalidad.
Y a quienes transgredan esas fronteras y se dediquen a chuzar ilegalmente a
personas con fines oscuros, les debe caer todo el peso de la ley. Es también la
mejor manera de mandar un mensaje al país y blindar a quienes de verdad están
haciendo bien su trabajo desde el Estado. Prensa.
Pese a todos los escenarios temerarios contra los activistas de nuestra
democracia participativa; y que pese a las falencias y debilidades de nuestras
Instituciones Públicas, se desea que este gobierno Santos y su Fuerza Pública
logren prevalecer mínimos de garantías.
Nuestra ciudadanía duerme –literalmente- sueños profundos incautos en la
tumba del miedo que ha generado esta guerra fratricida en décadas. Lograr despertarla
es también prenda y aporte espiritual de garantía democrática:
_Muchos de los que duermen en la tumba, despertarán. Los hombres sabios,
los que guiaron a muchos por el camino recto, brillarán como la bóveda celeste.
En ese momento aparecerá Miguel, el gran ángel protector que defiende a tu
pueblo_ Daniel, Cap. 12.
Saludo, Julio.
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