sábado, 6 de abril de 2013

UNA TERCERIA POR DIOS


Todas las prevenciones posibles que tengamos muchos colombianos acerca de darle estatus político electoral a los dirigentes guerrilleros de la noche a la mañana, sería un exabrupto del gobierno que lo lidera. Oponerse entonces es lo más sensato en todas las posibilidades.
Pero ganar la guerra, o mejor, parar el conflicto armado durante décadas en una mesa de diálogos suscita unos compromisos mutuos, sería un gana gana, siempre y cuando predomine el rendirle tributo a la Verdad, a  la Justicia y la Reparación a sus víctimas. De ser así. Contrarrestaría en el tiempo y la historia todas nuestras prevenciones e incertidumbres posibles ante este Acuerdo.
Una Tercería a última hora para armar partidos y entrar en la ya polarizada contienda política presidencial, entre santistas y uribistas, sería igual, o aun peor, un exabrupto político de gran escala. Porque hasta estas alturas, ¿quién sería? ese gran líder, sabio y salvador para presentar soluciones  gubernativas creíbles ante tantas injusticias y desigualdades que padece nuestra sociedad. No creo en ese renacimiento de la noche a la mañana. Ojalá este equivocado, a bien de muchos.
Viene entonces un compromiso social democrático ineludible, en  que en el ciudadano recaiga toda la responsabilidad y la autonomía según el Artículo 103 de nuestra Constitución Política: Son mecanismos de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía: el voto, el plebiscito, la consulta popular,  la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato.
Luego así, para qué temores, o mejor, el gran temor es ese abstencionismo y la ignorancia por lo apolítico de muchísimos conciudadanos. Que miedo elegir a siegas mas delincuentes –excepto nobles excepciones- para que nos hagan las leyes y nos mal manejen aun mas nuestros recursos de la inversión social. ¡El acabose!
Que pienso, así como escribo pareciendo ser  de la izquierda, del centro o de la derecha política colombiana. Ninguna de las anteriores. Que pretendo dejar de trabajar para el sector Privado y pasar al sector Público para adquirir una mayor experiencia en el tejido social, es una probabilidad propia dentro de mis posibilidades de fe.
Que he de militar  en un Partido Político –sin tergiversar mi filosofía-, y que he de hacer proselitismo electorales para ayudar a elegir concejales, alcaldes, diputados, gobernadores, senadores y hasta presidentes, es un deber inalienable para la calidad de un ciudadano colombiano que propende por enaltecer a todos los miembros de su comunidad, porque la  Constitución invita a: Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país.  ¿Entonces? Todas las anteriores.
Que soy uno más de esos católicos convencidos de que el Dios de la vida nos ha de salvar por los designios de su palabra y, por el compromiso mutuo y la disposición del escuchar y actuar con la fe; entonces, estoy entre esos inventarios. Que he de converger con la misma creencia incontrovertida de salvación cristiana con miembros de otras organizaciones religiosas. Todas las anteriores, también.
¡Una Tercería Por Dios! Despertando el monstruo del abstencionismo. Tiene que ser el Arma inmortal incontrovertible para animar a que el pueblo se eduque, se comprometa y se responsabilice por la elección de quienes se han de presentar para regir nuestros destinos como sociedad.
Solo así,  se podrá decir inequívocamente de que, la voz del pueblo, es en verdad, la Voz de Dios.
_Siento por Sion grandes  celos, celos furiosos. Y he de volver a Jerusalén, para vivir allí. Entonces Jerusalén será llamada Ciudad Fiel, y el monte del Señor será llamado Monte Santo. En aquel tiempo todo esto parecerá  imposible a los ojos de los que queden de mi pueblo, pero a mí no me parecerá_ Zacarías, Cap. 8.
Saludo, Julio.

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