Todas las prevenciones posibles
que tengamos muchos colombianos acerca de darle estatus político electoral a
los dirigentes guerrilleros de la noche a la mañana, sería un exabrupto del
gobierno que lo lidera. Oponerse entonces es lo más sensato en todas las posibilidades.
Pero ganar la guerra, o mejor,
parar el conflicto armado durante décadas en una mesa de diálogos suscita unos
compromisos mutuos, sería un gana gana, siempre y cuando predomine el rendirle
tributo a la Verdad, a la Justicia y la
Reparación a sus víctimas. De ser así. Contrarrestaría en el tiempo y la
historia todas nuestras prevenciones e incertidumbres posibles ante este Acuerdo.
Una Tercería a última hora para
armar partidos y entrar en la ya polarizada contienda política presidencial, entre
santistas y uribistas, sería igual, o aun peor, un exabrupto político de gran
escala. Porque hasta estas alturas, ¿quién sería? ese gran líder, sabio y salvador
para presentar soluciones gubernativas
creíbles ante tantas injusticias y desigualdades que padece nuestra sociedad.
No creo en ese renacimiento de la noche a la mañana. Ojalá este equivocado, a
bien de muchos.
Viene entonces un compromiso
social democrático ineludible, en que en
el ciudadano recaiga toda la responsabilidad y la autonomía según el Artículo
103 de nuestra Constitución Política: Son mecanismos de participación del
pueblo en ejercicio de su soberanía: el voto, el plebiscito, la consulta
popular, la iniciativa legislativa y la
revocatoria del mandato.
Luego así, para qué temores, o
mejor, el gran temor es ese abstencionismo y la ignorancia por lo apolítico de muchísimos
conciudadanos. Que miedo elegir a siegas mas delincuentes –excepto nobles
excepciones- para que nos hagan las leyes y nos mal manejen aun mas nuestros
recursos de la inversión social. ¡El acabose!
Que pienso, así como escribo
pareciendo ser de la izquierda, del
centro o de la derecha política colombiana. Ninguna de las anteriores. Que pretendo
dejar de trabajar para el sector Privado y pasar al sector Público para
adquirir una mayor experiencia en el tejido social, es una probabilidad propia
dentro de mis posibilidades de fe.
Que he de militar en un Partido Político –sin tergiversar mi
filosofía-, y que he de hacer proselitismo electorales para ayudar a elegir
concejales, alcaldes, diputados, gobernadores, senadores y hasta presidentes,
es un deber inalienable para la calidad de un ciudadano colombiano que propende
por enaltecer a todos los miembros de su comunidad, porque la Constitución invita a: Participar en la vida
política, cívica y comunitaria del país.
¿Entonces? Todas las anteriores.
Que soy uno más de esos católicos
convencidos de que el Dios de la vida nos ha de salvar por los designios de su
palabra y, por el compromiso mutuo y la disposición del escuchar y actuar con
la fe; entonces, estoy entre esos inventarios. Que he de converger con la misma
creencia incontrovertida de salvación cristiana con miembros de otras
organizaciones religiosas. Todas las anteriores, también.
¡Una Tercería Por Dios! Despertando
el monstruo del abstencionismo. Tiene que ser el Arma inmortal incontrovertible
para animar a que el pueblo se eduque, se comprometa y se responsabilice por la
elección de quienes se han de presentar para regir nuestros destinos como
sociedad.
Solo así, se podrá decir inequívocamente de que, la voz
del pueblo, es en verdad, la Voz de Dios.
_Siento por Sion grandes celos, celos furiosos. Y he de volver a
Jerusalén, para vivir allí. Entonces Jerusalén será llamada Ciudad Fiel, y el
monte del Señor será llamado Monte Santo. En aquel tiempo todo esto
parecerá imposible a los ojos de los que
queden de mi pueblo, pero a mí no me parecerá_ Zacarías, Cap. 8.
Saludo, Julio.
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