Opinar en medio de la guerra
sobre la consecución futurista de una posible conciliación social dejándose
llevar, o mejor dicho, apoyándose de la fe, puede uno correr dos riesgos
inminentes: Primeramente, no estar sintonizado u actualizado con ciertos temas
en el pragmatismo de la cruda realidad del conflicto bélico; y seguidamente, ¿Quién?
quiere escuchar reflexiones o dejarse guiar por algo incierto por venir.
Apoyándome de algo dicho en el
artículo anterior sobre que nuestra conmemoración Bicentenaria de la Batalla de
Boyacá próximamente para el año 2019, podríamos, como sociedad tener un
panorama posconflicto de acuerdo a los signos de los tiempos vividos; y de que
esto consigo mismo trae cambios de aptitudes vistas en el presente gobierno
colombiano y de cierta parte de los
líderes de las guerrillas para la
dejación de las armas por parte de estos individuos, y, de garantizarles en el presente
futuro en el juego de la democracia una participación política por parte del gobierno.
Si hay algo reciente que tiene
coherencia con lo que este creyente escribe y cree, es esta posición pacifista
del presidente Santos. Porque lo que se debe visionar es que la capacitación de
la ciudadanía le permita en su saber y entender, el no permitirle al indolente cuerpo gobernante, su indiferencia
frente a tantas necesidades básicas insatisfechas de la gran mayoría del
territorio nacional. Para entonces, ser
útil, y velar por la construcción de un Estado Social de Derecho.
Esta es la coherencia según lo
dicho Santos en la prensa: El mandatario aprovechó su discurso para enviarles
un mensaje a las Farc: Si ustedes quieren hacer política, les damos todo el
espacio, pero sin armas, sin violencia. Conversemos a ver cómo hacemos esa
transición, para que ustedes puedan dejar sus armas, incorporarse a la vida
civil y hacer política.
Y luego agregó: Cuando estén
haciendo política con las garantías que da la democracia, ahí ya podremos
discutir y el pueblo será el que decida si nacionalizan las empresas petroleras
o si se prohíbe la inversión extranjera. Pero no vamos a renunciar a nada de
eso en el proceso de búsqueda de fin del conflicto.
Como me muevo -creo que lo hace
todo realismo creyente- entre lo divino y lo humano; revisé en el primer
capítulo de Josué y encontré unas recomendaciones pertinentes para quienes
pretendemos ser parte de la transición de la vida personal y comunitaria; como
es, entrar y permanecer en la historia de la humanidad como lo hizo este Josué
en el pasado pueblo de Dios. Y porque no, como Bolívar, en la hazaña más
reciente y conmemorable de nuestra historia latina.
Esto en el primer capítulo de
Josué: _ Lo único que te pido es que tengas mucho valor y firmeza, y que
cumplas toda la ley que mi siervo Moisés te dio. Cúmplela al pie de la letra
para que te vaya bien en todo lo que hagas. Repite siempre lo que dice el libro
de la ley de Dios, y medita en él de día
y de noche, para que hagas siempre lo que éste ordena. Así todo lo que hagas te
saldrá bien. Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo
ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que
vayas_
Yo vería, para ese tiempo del
posconflicto del cual anhelamos creyentes y no creyentes, a título personal y a
interés de la familia, la terminación profesional académica de mis dos hijos
mayores, titularse como todo sueño juvenil. Mas ellos teniendo un panorama
laboral muy diferente al desolador y depresivo para los profesionales
presentes. ¡Para Creer!
Saludos, Julio.
Amigo Julio, cuando hay voluntad de diálogo por la paz,lo primero que deben pactar es una tregua, es decir, un cese al fuego,de lo contrario, es una pérdida de tiempo y dinero. No es posible que estén hablando de paz y las partes sigan haciendo la guerra sucia.Esto es señal de la falta de seriedad de las partes y la escasa formación espiritual que poseen. Por sus frutos deducirás.
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