¡Y no dejó títere con cabeza! Así se describe en la prensa, radio o televisión, cuando ha habido un debate de carácter nacional sobre un tema candente e importante en el espectro político, social o económico, y que se hacen virales, discutidos y comentados en las distintas redes sociales.
Con suma modestia, desde mi invisibilidad
nacional como escritor de opinión, así o algo parecido fue mi anterior columna:
En boca de Pedro. Y quienes la leyeron se dieron cuenta la generalización de
las mea culpas. Y les aclaro, que yo tengo definido mi culto religioso, y en
democracia elijo según mi parecer pacifico ideológico.
Y es que si yo estuviera ahora
interesado en dirigir una institución religiosa –cualquier culto-, o con
intenciones en una administración pública en poder de un grupo o líder político
–en los diferentes existentes-, de antemano, leyendo ellos lo que se dijo, lo más
probable y aconsejable, es que se me cierren las puertas.
Haciendo memoria reciente muchos
sabemos cómo fue la iniciación de los hechos al comienza del año 2020, año del
cual casi nadie quiere recordar ni reflexionar; y lo catastrófico pasó por el
calentamiento global, la covid-19 que sigue mutando los años, y la afortunada salida
del gobierno central de los Estados Unidos, que fue lo más impresentable, política,
moral y éticamente, por decir lo menos.
¡Ahora! Como se dice popularmente, que así
como es el desayuno, así será el almuerzo y sucesivamente, y este 2021 no lo podíamos
iniciar con pasividad y conformismo social. Dicho lo anterior, con la misma
modestia, considero, que mi columna de inicio, estuvo considerable según lo que
anhelamos reconocer, rectificar, sanar y continuar en pluralidad social.
Es mi costumbre tomar frases
acordes a lo que emiten mis pensamientos de fe, y hace 4 años copié para una de
mis redes sociales una frase del entonces popular, controvertido y célebre
sacerdote, Alberto Linero; esto escribió: A veces quisiera dejar de ser tan
directo, luego recuerdo que el Man hizo lo mismo y se me pasa. Y en mi
red social lo acompañé con: Hebreos 4:12.
En la anterior mencioné una
palabra, palabra omnisciente que es una fuerza, que define que conoce todas
cosas reales y posibles, y quien la logre encarnar y la comparta socialmente,
le hará un inmenso aporte incalculable a esta comunidad.
Comunidad, que en su economía familiar,
la gran mayoría padece de necesidades básicas insatisfechas prehistórica
colombiana. Y en el espectro político actual, afloran líderes con una acidez de
pensamientos ideológicos de extrema rabia, venganza y de tomar ventaja para
ampliar su frondosa popularidad electoral con estas “virtudes humanas”.
La misma habilidad política de
convocatoria que unos se esfuerzan al máximo para seguir gobernando y defendiendo
sus políticas económicas “esperanzadoras y sagradas” y, otros en la extrema oposición,
se desvelan por la “liberación” de la
real y perpetua horrible noche de los padecimientos de fatiga estomacal en los insatisfechos,
los pobres y hambrientos.
Y por lo que creo, pienso, medito
y propongo, puedo parecer un ser humano extraterrestre de pocos amigos; pero
como hijo, hermano, padre, esposo, vecino y amigo, engaño.
Y no mencioné como compañero de
trabajo, que como subalterno y jefe en mando, del cual dejé una huella en más
de 30 años casi ininterrumpidamente; a estos en especial, dejo la
responsabilidad de mi escrutinio privado, a que lo hagan público.
A todos ellos, más precisamente a
estos los últimos, que cotidianamente compartí locuras de compatibilidad en las
experticias laborales conjuntamente con las enseñanzas y los mandatos
celestiales. Pues ellos, abrirán o cerrarán filas; cuando les pregunten: ¡Y quién
fue ese! Lucas 19:9.
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