Para corroborar en mi columna anterior, ya que creo firmemente que por los matices del delito y la criminalidad que nos hacen avergonzar ante el mundo, pareciera que colindamos y actuáramos como si fuéramos una sucursal moderna de Sodoma y Gomorra.
Ahora, tras la reciente muerte
del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ya están señalando en las noticias a
colombianos involucrados en el magnicidio. "No estamos presos, pero nos
andan buscando”, reposa un decir.
Al día y la hora que escribo, es
irresponsable validar algún señalamiento, pero por los indicadores de la
conspiración a través del delito y el crimen organizado, la Comunidad
Internacional, NO descartaría de tajo, algunas implicaciones de connacionales colombianos.
Pero en generalidad como
comunidad humana, no nos podrán señalar a todos geográficamente como el país
que emergió del pecado social de Sodoma y Gomorra, sino que, noticiosamente,
yace, se tolera impunemente, y se mezcla dentro de nuestra nobleza patria, toda
codicia y avaricia.
Pero si de esta similitud pecaminosa
social que yo relaciono en criterio y conocimiento de mi fe, porque como
también se dijo, que donde abundó el pecado, sobreabundará la gracia, Romanos
5:20.
Entonces, por la misma fe, la
esperanza a la tierra, y a la raza humana colombiana, que por la gracia
recibida por muchos crédulos, sobreabunde y merme el delito de unos pocos.
Desavenencias que este mundo nos perfila a todos como maleantes.
He aquí, yo estoy contigo, y te
guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque
no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho: Génesis 28:15.
Pero validando luego nuestra
reciente historia del delito, y es mi caso en particular decirlo, porque no veo
actualmente una posible solución ponderada y unificada en democracia, que nos
asegure una tierra en vía de la Reconciliación Nacional.
Una tierra que hoy sea vista con
futuro de progreso social y económico, por medio del único sistema legítimo
existente para renovar la actual representación legislativa y la
gobernabilidad, que es, a través de la elección popular.
Pero, NO necesitamos que nos
expliquen con plastilina para saber que el delito sobreabunda en un país donde
hay ausencia parcial, o total, en otros casos, de justicia social. Por
consiguiente, no hay credibilidad en quienes hacen las leyes, ni en quienes las
imparten, mucho menos, en quienes recaudan y deben ejecutar con equidad la
rentabilidad económica en un Estado Social de Derecho.
Y traigo más hechos noticiosos:
"Apoyamos rol de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para
investigar hechos en Colombia: senadores demócratas y republicanos, que en una
carta a Biden, le expresan su preocupación por los actos violentos contra los
protestantes".
"La gente está de acuerdo
con las manifestaciones, siempre y cuando sean pacíficas. Porque según esta
encuesta de Invamer, aumentó el porcentaje de personas que apoyan la
intervención del Esmad": @LaPrensa.
Y la interpretación a la encuesta
es diáfana, simple y sencilla, porque la mayoría ciudadana está exhausta de
tanta mediocridad de los funcionarios con altos cargos públicos; pero a la vez,
quieren vivir en una tierra, pacíficamente.
Terrenalmente, revalidando y
aterrizando mis conclusiones de fe, es tan cierto que NO estamos
institucionalizados bajo el imperio de la ley de Sodoma y Gomorra. Pero
impunemente, el malhechor actúa como ellos.
¡Contrariado! Porque el mundo ha
evolucionado, y aunque hago parte de una democracia; más aún mi fe, mi economía
familiar, mi seguridad, y mi esperanza social, NO reposan en esta maltratada
institucionalidad.
Y esta piedra que he puesto por
señal será casa de Dios; y de todo lo que me des, te daré el diezmo. Génesis
28:22.
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