En el artículo anterior dije que
no tengo jefe político, y así como es de cierto, también tengo que reconocer siendo
comprensivo con los compromisos político-laborales de algunos de mis familiares
y de toda una sociedad diversa en democracia.
Y para respetar y aceptar las
posiciones y decisiones del proselitismo político de los demás debo hacer una
retrospectiva de mi adolescencia, para no caer en juicios y prejuicios contra
quienes de alguna manera les toca hacer política bajo la presión de un cacique
electoral.
Recuerdo que, allá en la
provincia, mi Madre fue una apasionada y seguidora política de quien, para la
época de mi pubertad, fue presidente de la Cámara de Representante, Hernán
Berdugo Berdugo, quien ejercía como el gran cacique y barón electoral de mi
tierra natal; Sabanalarga, Atlántico.
En su famosa casa domiciliaria
fungía como un comando electoral los 365 días del año. Allá, todos los simpatizantes
-incluida mi Madre - eran atendidas las personas en una de sus ventanas en
donde recibían la “bendición” parlamentaria de este cacique político.
Lógico que, en un núcleo familiar
de nueve hijos, el “auxilio” político conseguido por la audacia laboral, -una
característica de mi Mamá- en algo suplía en un mínimo porcentaje alguna de nuestras
necesidades básicas insatisfechas, algo muy normal en mayorías de quienes nacimos
en un estrato económico insuficiente, calamidad social arraigada en pueblos que
hacen parte de la histórica injusticia social en Colombia; la Costa Atlántica, portadora
de pobreza.
Pero pasado ya bastante tiempo,
en poco o nada ha cambiado la forma tradicionalista de hacer la política para lograr
ejercer cargos públicos por elección popular vía democrática. Y aunque para la
época de Berdugo era la designación a dedo, hoy por hoy, el prestigio de la Cosa
Pública en nada ha mejorado.
Pero como hijos y ahora como
padres de familia, la vida a muchos de mis contemporáneos nos ha designado en
otros roles laborales, para mi caso, estoy a cuatro meses de cumplir 29 años
trabajando en el sector privado. Y llevo cumplidos 20 años de vida espiritual,
en donde nació esta faceta como escritor de opinión.
Pero mi rol es social y político.
Les pongo un ejemplo tácito imaginario: si llegasen a robar una de las cuatro
Iglesias de mi pueblo y, simultáneamente la Alcaldía local, mis escritos de crítica
e indignación serían dirigidos al hurto contra el Bien Público. Ese es mi rol. Porque
habrá otros conforme a nuestra fe y con talentos místicos similares que denunciarán
contra el mal religioso.
Por otro lado. ¡Estamos en lo más
alto del ciclismo mundial! ¡Egan, el primer colombiano en ganar el Tour de
Francia! Nota tomada de la prensa nacional.
¡Ahora! Que el mundo no le quede
una luz de duda, porque nuestros deportistas tienen la capacidad y la
disciplina para conquistar glorias en todas las competencias habidas y por
haber.
Pero no podrán ellos cambiar la
mala fama ante el mismo mundo que ahora los elogia. Imagen de que seamos catalogados,
en términos generales, con una antisocial política que ha engendrado un narco-Estado.
Esa convergencia de cambio pluralista será liderada por toda la ciudadanía; que
en democracia y a voto de opinión será combatida y liberada.
Porque bajo la sombra de la
Promesa de Dios, se irán desvaneciendo: la mezquindad y la ruina. Y simultáneamente
renaciendo lo excelso de nuestra fe. ¡Acá tampoco habrá lugar para dudarlo!
Levítico 26:45 Antes bien,
recordaré en su favor el pacto que hice con sus antepasados, a quienes, a la
vista de las naciones, saqué de Egipto para ser su Dios. Yo soy el Señor.
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