domingo, 12 de septiembre de 2010

LEGALIZANDO LA VIDA

Cómo quisiera uno desde las entrañas del buen sentir social, no tener que opinar o escribir tan reiteradamente sobre dos temas álgidos y en contrasentido con un sano convivir, pero la realidad antisocial que generan la corrupción y la criminalidad en toda la región geográfica colombiana, nos lo impiden.
Hago gala de las buenas intensiones del gobierno Santos en su icono del Buen Gobierno al presentar ante los medios de comunicación previa a la presentación al Congreso de la República sobre un ambicioso paquete de medidas jurídicas y de procedimiento para combatir la corrupción en el país. Como es el anuncio de un llamado Estatuto Anticorrupción.
Propone el nuevo estatuto reformar el Código Penal al aumentar las penas de prisión de hasta 18 años para delitos relacionados con la corrupción frente a que el actual apenas contempla 12 años, e inhabilidad para ocupar cargos públicos hasta 19 años contra 12 que es el actual.
Además de las intensiones del gobierno actual con la presentación del paquete del Estatuto Anticorrupción, en particular, me sorprendente es el enérgico pronunciamiento del presidente sobre el tema patológico obsesivo de la corrupción -haciendo énfasis en el corrupto de cuello blanco- en las manos de quienes manejan los recursos estatales. Veo como que si el presidente quisiera recoger las banderas ciudadanas de aquellos 3.5 que le apostamos al discurso de la cultura a la legalidad, tema central de la oposición en las pasadas elecciones presidenciales.
Tan elemental saber es que la gran solución a la masa problemática de la corrupción en donde sabemos que no es suficiente con aumentar las penas para tratar de controlar la dilapidación de la corruptela, más específicamente en la contratación pública; sino es la prontitud de los entes de control y la justicia de hallar, capturar y resolver los delitos. Esto, mientras la trampa humana sea más sagaz que la misma ley.
Patéticamente: los entes de control hallaron después de 3 años un despilfarro administrativo por la compra de un software a razón de una ilegal negociación por $652 millones y les dieron casa por cárcel a 3 ex funcionarios de Redehospital, un ente creado para administrar los recursos de la salud en el Distrito de Barranquilla en la pasada administración. Era la plata para la salud de los más pobres marginados por la estratificación discriminada signada por la corrupción local. Para cualquier ciudadano, esto del atajo de la ilegalidad, no lo compone nadie, si es obvia su apreciación, puesto que la historia inoperante de la justicia no da tregua para la fe ni para la esperanza entre nosotros los humanos.
Hago gala y comparto esta reflexión: El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡hay de mi si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo seria mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿Cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación de él. Porque siendo libre como soy, me he hecho al servicio de todos para ganar a los más posibles. Porque un atleta se impone toda clase de privaciones; Ellos para ganar la corona marchitable; nosotros en cambio, una inmarchitable. Por eso corro yo, pero no al azar; peleo, pero no contra el aire, sino en servicio, no sea que, después de predicar a los otros, sea yo el descalificado. Carta de Pablo a los Corintios.
Las desgracias pueden debilitar la confianza, pero no deben quebrantar las convicciones. Un pensamiento optimista para: Legalizar La Vida. ¡La nuestra!, primeramente.
Saludo. Julio.

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