CON LAS CUENTAS CLARAS
Hoy lunes 24 de marzo del año en curso, me suspenden y entra en una etapa de revisión mi cuenta de WhatsApp alegando una posible infracción de mi actividad civil evangelizadora al yo "infringir sus normas de servicio".
También tengo otra incomprensible experiencia con mi cuenta de Facebook la cual también entró en suspensión ya casi a cumplir tres años y, aún esa cuenta quedó en inactividad desde entonces, también por una supuesta infracción a sus condiciones de servicio.
En todo caso no hay poder humano en este mundo que nos pueda incomunicar de nuestra relación de vida espiritual con Dios, y a la vez anunciar su Palabra; por ende, el mismo Dios proveerá los mecanismos necesarios: Romanos 8:39.
A mis contactos directos en este medio si llegasen a recibir mi columna habitual dominical, obvio, entenderán que hubo una resolución justa y favorable a mi actividad civil utilizando de manera correcta este medio de comunicación.
Entiéndase que, estas columnas de opinión son coherentes con todas las que he escrito, es más, en la portada de mi libro: Esta es mi fe, aclaro que en todo su contexto no contiene ninguna opinión mía que juzgue o condene el buen nombre de las personas allí mencionadas.
Dicho todo esto, entro a la titularidad de esta columna de opinión para referirme a la importancia de tener siempre las cuentas diáfanas en términos contables, porque una vez dije que me gradué de la secundaria sin ser un alumno sobresaliente en las matemáticas.
Sin embargo, tengo ahora con mis excompañeros de estudio el lazo de amistad y una responsabilidad contable, el uno es el de compartirles virtualmente mi arte literario que muchos desconocían; el otro vínculo es que fui elegido tesorero por ellos como miembro de la junta directiva para organizar la celebración conjunta próxima a cumplir 40 años de habernos graduado.
Traigo a colación esta actividad al ser parte de la promoción de graduados del año 1985 del Colegio Masculino de Sabanalarga (CODESA), y la hago pública por una sencilla razón que, independientemente de lo que predico, llevar y entregar las cuentas claras de sus aportes económicos, es lo primordial al fin de cuentas.
¿Y a dónde quiero llegar con esto, dirán mis lectores ajenos a esta actividad?, pues sencillo les respondería, es que así debe ser la relación ciudadana del electorado con sus líderes políticos.
En su orden, primero son las buenas prácticas en la administración pública de aquel que fue candidato y pasó a ser el gobernante, ya sea municipal o del orden nacional, y de segundo, debe ser el afecto político ideológico del ciudadano hacia su líder.
A manera de reflexión, esta pequeña reseña debe ser el punto de partida ahora que se viene una época electoral donde debemos elegir a los próximos senadores de la República y al próximo Presidente de Colombia.
Añado una enseñanza bíblica sobre la parábola de los talentos del servidor negligente, dada esta precaución, en democracia la ciudadanía creyente debe analizar la formación ética académica y la experiencia que tengan los candidatos para administrar los recursos públicos del Estado colombiano de forma eficaz; porque al que mucho se le confía, mucho se le debe exigir, Mateo 25:16.
Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? (...) Lucas 14:28-29.