Contrariamente a lo del “Coronel no tiene quien le Escriba”, en referencia a la novela de García Márquez; esta sociedad colombiana sí que le sobran analistas políticos, periodistas de oficio, columnistas y un montón de comentarios sistemáticos de cibernautas con pasión electoral pululando en las redes sociales.
"El Coronel no tiene quien
le Escriba, es una narración que reflexiona sobre la espera y sobre la
conveniencia de mantener la integridad personal en un mundo donde los hombres
de valor y principios, como el coronel, han sido dejados en el olvido y
sobrepasados por la ambición de poder político y económico". Dato en
Google.
Y eso de esperar para mantener la
integridad, a mí se me interrumpió el ritmo semanal que traía de publicar mis
columnas de opinión, porque la anterior fue el 6 de marzo, una semana previa a
los comicios electorales pasados; y ahora regreso después de una pausa sorpresiva
pero misteriosamente exacta de 40 días.
Continencia de reflexión a manera
de penitencia pese a tanto acontecer electoral y político que comentar, pero
ahora retorno coincidiendo esta nueva publicación precisamente este domingo de
Resurrección, culminación de la Semana Mayor. Unas 'coincidencias'
favorablemente perfectas respaldando mis epístolas de fe por la justicia. ¡NO
lo dudo!
No quites de mi boca en ningún
tiempo la palabra de verdad. Porque en tus juicios espero. Guardaré tu ley
siempre, para siempre y eternamente. Salmo 119:43-44.
"Escasean los argumentos y
las propuestas. Sobran las descalificaciones e insultos. Convendría evitar una
indeseable campaña tóxica en la que el nivel del debate democrático siga
degradándose. El país está harto de tanta rabia en el corazón”:@ErikaFontalvo.
Y esto otro decía el candidato,
Luis Carlos Galán: "se requiere una revolución electoral, para que no haya
en Colombia una revolución violenta". Y ya el discurso ético fue propuesto;
y aún sigue faltando quien lo lidere desde su campaña y gane la presidencia a
mayor voto libre de opinión posible.
Porque paradójico es que cada
periodo de elección presidencial, cientos de personas, entre ellos,
empresarios, filántropos, académicos, artistas y demás personajes intelectuales
sobresalientes perfilen y respalden al líder más conveniente e idóneo para
gobernar la Nación, pero terminan siendo derrotados por la conjunta maquinaria
electoral de siempre.
Y lo más degradante es que ya el
contrario gobernante elegido, él en su mandato convoca a una comisión de sabios
para que lo asesoren en los asuntos más álgidos que requiere un país para la
resolución de conflictos económicos y sociales. ¡Incongruencia!
Más ahora, en esta campaña
presidencial alegar especulando que la democracia colombiana está en peligro,
pero ganarse una consulta interpartidista como independiente, y luego buscar
afuera la unción masiva electoral de líderes y de partidos que más constriñen
la libre elección ciudadana, es la antítesis del sueño de la libertad
democrática que los victimarios de Galán mandaron a segar.
Es decir, el peligro para la
democracia colombiana son ellos mismos, porque un pueblo cansado por la
abundancia de escasez de oportunidades económicas y sociales, puede
abruptamente buscar un cambio de gobierno inconveniente, eligiendo a un “apasionado”
liderazgo.
Pero ganar una elección popular
NO solo se requiere de estrategias inteligentes de equipos que vayan
convenciendo al elector indeciso, paralelamente, un error por un mal cálculo de
quienes se dicen son los más opcionados, no deja de ser una posibilidad desfavorable
en contra de quienes consideran que sin su órbita electoral, más nadie puede
ser elegido y, además el país corre peligro sin su unción política.
Y los tuyos reedificarán las
ruinas antiguas; levantarás los cimientos de generaciones pasadas, y te llamarán
reparador de brechas, restaurador de calles donde habitar. Isaías 58:12.
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