Generalizando sobre una desafortunada mala generación en esta la
colombianidad de las malas prácticas cívicas y ciudadanas. Ya que en niveles de
comportamiento ciudadano y cívico, es decir; lo que además tenemos y lo que
somos eso lo exportamos. Les corroboro en esta nota de prensa:
La trampa de 242 colombianos para
conseguir nacionalidad en España: Autoridades afirman que los implicados
compraron sus credenciales hasta por 5.000 euros.
El, modus operandi, se basaba en
usar partidas de nacimiento de emigrantes españoles fallecidos. Primero, la
organización conseguía esos certificados, luego utilizaba esos datos para
hacerlos pasar como padres de sus clientes, quienes, al final, solicitaban la
nacionalidad de ese país europeo por el parentesco.
Los delincuentes, según las
autoridades, usaban documentos colombianos originales, -cédulas de identidad,
partidas de nacimiento y partidas de bautismo-, para acreditar el vínculo
familiar entre el ciudadano español fallecido y el colombiano emigrante. Una
vez en posesión de dichos documentos, la organización inscribía a las personas
interesadas en el Registro Civil del Consulado español de Cartagena, con la
finalidad de recuperar la nacionalidad española, explicó la Policía de ese
país.
Pero ahí no terminaba la jugada ilícita.
Una vez inscritos en el Registro Civil español, solicitaban el pasaporte, se
establecían fraudulentamente y, además, solicitaban la reagrupación de otros
ciudadanos colombianos de su familia, en calidad de familiares de ciudadanos
comunitarios. Prensa.
Quienes soñamos y estamos insoslayablemente
prestos a trabajar con convicción de fe de que si podemos reconstruir una
sociedad colombiana más digna, esto es, plenamente educada y con valores.
¡Entonces! la nota anterior no nos hará involucionar.
Tenemos que ser astutos en cuanto
a la fórmula ciudadana a realizar como una estrategia mutante la cual nos debe conllevar a una gran dosis de paciencia en su
aplicación y luego mantenimiento y sostenimiento de la conducta legal humana.
Perseverancia si la discusión sobre un nuevo cambio ciudadano solo se basaría negativamente
en que: Loro viejo no da la pata.
O tendríamos que resignarnos y
esperar a que esta generación muera y, que nuestras jóvenes mujeres colombianas
engendren esa generación de la cual soñamos construir y ser parte activa de
ella. Confieso. Mi fe es de la primera opción. ¡Discusión abierta!
¡Ahora! Resulta bien
paradójico, incomprensible además, que quienes más cuidan y defienden nuestra
naturaleza; sean ellos, la raza aborigen, quienes la misma naturaleza se ensancha
en castigar indiscriminadamente.
Hago referencia a las
recientes arremetidas de la naturaleza
en contra de nuestros indígenas colombianos, que con tormentas eléctricas y
alud han matado a algunos de su gente. En cambio quienes deben ser castigados por
el mal uso a la tierra que vienen deteriorando el medio ambiente en su tala de
árboles indiscriminadamente entre otros abusos; -castigo que de por cierto así
lo interpretan sus líderes y sabios espirituales- abusadores en contra de las
buenas prácticas del medio ambiente, pero resulta que para esta misma
naturaleza, estos mal hacedores, son invisibles para su castigo.
Castigo que de ser justo,
otros seres humanos, deberían –o deberíamos por omisión- ser los hoy damnificados.
Ilógicas entre nuestro entender y comprender. Ante la lógica misteriosa de la vida.
Pero riesgo individual ante la
muerte tenemos todos sin excepción alguna; lo que no podemos obviar es una
corresponsabilidad como unidad de familia y como comunidad en la construcción
de políticas públicas y normas de convivencia que nos permitan que nuestra generación
humana trascienda en los tiempos. Ya como creyentes, adicionémosle mayores
responsabilidades.
_Yo había decidido castigar a los
antepasados de ustedes cuando me hicieron enojar, y mantuve mi decisión. Ahora
en cambio, he decidido hacerles bien a Jerusalén y Judá_ Profeta, Zacarías,
Cap. 8.
Saludo, Julio.
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