Cada vez que hay un evento
competitivo de talla internacional, y quienes nos representan cumplen un papel protagónico;
nos llega, o nos tildan, de cualquier variedad de desprestigio por la estigmatización
e indignación social de que somos narcotraficantes. ¡Ahora! No estamos excepto
en este mundial de futbol, Brasil 2014. Un motivo más para demostrarle con
talento lo contrario.
Ahora con esta modalidad
extensiva tecnológica mundialista y al alcance de la gente, el descrédito se
hace más extenso en las redes sociales, por ejemplo; como también salen, las
justificadas defensas por la inmensa mayoría de colombianos que no tenemos
ningún tipo de participación e injerencia
con este oscuro, criminal y trágico negocio del narcotráfico.
La herencia maldita de unos
pocos, para la deshonra de una gran multitud que siempre somos los colombianos
de bien.
El papa Francisco dijo que los
mafiosos están excomulgados. Hay que combatirlos, hay que decirle no. Tantos
jóvenes nos lo piden. Los que han escogido esa mala vía están excomulgados
advirtió el papa argentino durante una misa. Allí denunció el sufrimiento de
los niños víctimas de la mafia, y trasladó un mensaje de solidaridad a madres y
abuelas en una cárcel local. Nunca más debe un niño soportar tales
sufrimientos. Prensa.
Pero qué significa tener un narcotraficante
excomulgado por la Iglesia ante el ciudadano común y corriente; entre nosotros
los colombianos para tomar un ejemplo cercano, a nosotros que nos afecta
moralmente esta estigma antisocial ante la comunidad regional e internacional;
si con la sola excomulgación hoy como tal, no van a declinar al mañoso pero
astronómica rentabilidad del negocio del narcotráfico; de drogas ilícitas que
vienen carcomiendo la mente de nuestra juventud nacional e internacional. Pareciera
que nada importase, tal excomulgación.
No obstante, la sola justicia
humana no alcanzaría jamás, lograr erradicar de raíz, todos estos flagelos
sociales que marcan a una comunidad; más la nuestra que sufre dolores de parto,
no solo ante el envenenamiento social que producen los negocios y las acciones
criminales del narcotráfico, pero para qué entrar en detalles, porque entre
nosotros se surte un inmenso menú de mañas antisociales, de las cuales no nos
hemos podido sacudir de un plumazo por la acción de la justicia; pues para nadie
es un secreto, que la justicia misma es una de las instituciones con una gran
mancha de envenenamiento narco-criminal.
Muchos ya tenemos una amplia
visión de lo que será el escenario postconflicto; si lo vemos como cuando uno
se prepara para ganarse la vida laboralmente; buscamos las mejores ofertas
laborales y, cuando la encontramos, estamos prestos con nuestra actitud,
conocimiento y preparación profesional, técnica o tecnológica demostrando capacidad resolutoria en temas
laborales.
Así de esta manera, pero ya como
ciudadanos activos asumiendo deberes sociales constitucionales y democráticos, así
tendremos que ver el escenario postconflicto colombiano, como una gran empresa
estatal, en donde seremos parte resolutoria del conflicto interno, armado e ideológico.
De seguro no nos quedará grande
este reto. Excomulgaremos, literalmente, entre nosotros mismos, las malas
energías generadas del miedo, el conformismo y la mediocridad que en términos
generales somos calificados por otras sociedades civilizadas y desarrolladas. No nos quedará grande a esta generación ¡Más!
Nos mantendremos firmes y decididos.
Que la excomulgación de los
narcotraficantes traiga consigo su debacle empresarial criminal, para la
apertura de un libre desarrollo en los planes nobles de una gran mayoría de
colombianos.
_El que es pícaro se vale de artimañas y trata cosas
infames; perjudica con mentiras a los pobres y al necesitado que pide justicia.
En cambio, el que es noble tiene planes nobles, y en esos planes se mantiene
firme_ Isaías, Cap. 31
Saludo, Julio.