Sigo sosteniendo
que en la nueva composición física humana del nuevo Congreso de la República de
Colombia, recién instalada, no escaseará la intelectualidad y la experiencia política
legislativa de quienes hoy la conforman. La incertidumbre es la altura de los
debates por la efervescencia de vanidades políticas que abundan en algunas viejas
y nuevas figuras parlamentarias.
Hoy por hoy, el
silenciamiento de los fusiles de algunos sectores ilegales en filas de las guerrillas
colombianas, ante la polarización política que hoy subsiste se podría vaticinar
que podía ser más creíble un gran bloque de desarme de los alzados en armas,
que el desarmar los espíritus del interés partidista existente entre algunas bancadas
parlamentarias radicales de la oposición contra algunos gobiernistas.
Entonces, es
cuando el prejuicio histórico y generalizado de la ciudadanía contra la
legislatura del Congreso de la República, hace prever que la intelectualidad y la experiencia no
garantizarán el libre desarrollo justo y eficaz de sus actividades
legislativas, el tropiezo político será la falta de grandeza humana y hasta la
humildad de un congresista y, de acá, poder redimirlo a una verdadera unidad
parlamentaria.
No habrá dudas
de que abundarán buenas intenciones entre los gobiernistas y un control político
innegociable por parte de la oposición.
La duda siempre partirá de la vieja data que carcome el descrédito generalizado
de la ciudadanía. ¡Pero! Poniéndole fe, algo habrá que cambiar entre sus pesos
pesados y pesos livianos del conocimiento académico.
Definitivamente
somos un pueblo de contrastes. El futbol de la selección Colombia nos unió en
sentimientos como ningún otro podría hacerlo, el irrestricto respaldo y la pasión
emanada en los poros de cada colombiano en cada enfrentamiento en el Mundial de
Brasil, fue evidente.
El contraste es
que también en la adversidad, luego del partido de la selección contra el anfitrión
Brasil la cual nos causó la eliminación del Mundial, también mostró la otra
cara de la moneda, las venganzas y el deseo del revanchismo, ya que una gran mayoría
de colombianos disfrutó con la goleada de Alemania contra Brasil.
Hubo creyentes,
en mi entorno, quienes manifestaron voto de fe, al declarar la derrota de
Brasil como una venganza divina contra la eliminación injusta de la selección
Colombia.
Independientemente
de las adversidades en la que tuvimos que salir del Mundial de Brasil además de
injerencias del cuestionado arbitraje, hay quienes priorizamos a la hora de
hacer votos de fe por otras injusticias sociales, por ejemplo: votos para que nuestra Fuerza Pública tenga un pie siempre al
frente a la hora de combatir el delito del narcotráfico, el homicidio contra
las bandas criminales y del terrorismo guerrillero que atentan contra la
población civil incluyendo a nuestros infantes inocentes. Contra las
infraestructuras petroleras y su contaminación al medio ambiente.
Un voto de fe para
un pie adelante para los entes de control y el activismo cívico y ciudadano que
denuncian y previenen el desangre al erario y, como no decirlo, un voto de fe
contra la imbecilidad política colgada en las mentiras, en la arrogancia, el protagonismo
populista y la vanidad que atentan contra la unificación pacifista de toda una nación, a
falta de fundamentos sustentables en la verdad.
Lo que no nos
puede quedar duda a los creyentes, quienes apoyamos la política de la
pacificación del país, es que la paz del pueblo de Dios, debe pasar por la
justicia social colgada de la divina.
_Canten de gozo
y alegría por el pueblo de Jacob. El Señor salvó a su pueblo, lo que quedaba de
Israel. Yo los llevaré a corrientes de agua, por un camino llano, donde no
tropiecen_ Jeremías, Cap. 31.
saludo, Julio.