Viéndome la transmisión
de la guacherna del Carnaval de Barranquilla por el Canal Regional; la cámara
de televisión se detuvo y el periodista entrevistó a una conciudadana que vive
hace una década en el exterior. La percepción de la colombiana es que la ciudad
está muy moderna.
No se pueden
desconocer que las dos últimas administraciones distritales sacaron del peor de
los mundos a la ciudad. No obstante estas mismas administraciones públicas
locales, hasta ahora con evidencias sectoriales de inseguridad y la falta de calidad
de vida de quienes la habitamos; no la han llevado al mejor de ellos. Se ha
avanzado sustancialmente, pero lo que hace falta, no da para frotarse las manos
hasta no hallar mínimos de satisfacción general.
Hechos. En el
tercer Pulsómetro realizado por El Heraldo, la ciudadanía expresó su
descontento generalizado hacia la clase política local. Palabras más, palabras
menos: La ciudadanía reclama por una implementación sustancial y tangible de políticas
públicas revestidas de transparencias y de equidad, asumidas por una alta dosis
gerencial y mutuamente acompañada de gestión
política colectiva.
Lo que falte por
hacer, quienes administren lo podrán explicar. Seguro la ciudadanía lo entenderá
de la mejor manera. ¡Parece mucho pedir desde cualquier escepticismo!
Pero este
sinsabor actual de la ciudadanía barranquillera sobre lo público y de la política
es generalizado a todos los niveles municipales y regionales. El voto en blanco,
por ejemplo, es un fenómeno reflectivo que no admite discusión ante quienes hoy
lo promueven y quienes lo aprueban en las recientes encuestas.
Pero lo que no
podemos es gravitar como ciudadanos activos en la debacle del desánimo generalizado
que contamina la democracia; porque hay que alentar a los pocos administradores
y políticos; que rindan cuenta de su gestión -escasos pero si los hay- y por ende, se le
debe acompañar y dar la pela por el país que necesitamos y al que le ponemos
toda nuestra fe posible:
Latinoamérica,
especialmente los países de la zona ecuatorial, estamos llamados a ser la flor
de loto de este mundo. De acá, de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, de este
pantano de miseria, de toda esta inmundicia, de este antro de violencia,
agresividad, corrupción y la máxima degradación del hombre.
Habrá de surgir,
flotando hermosa, emergiendo como una flor de loto, una fuerza inamovible,
indestructible, que se va a expandir para llevar a la humanidad hacia una nueva
era, donde la guía máxima que determinará las acciones de los hombres será la
conciencia, el espíritu, un sentido superior.
Los corazones de
los jóvenes se muestran cada vez más inquietos ante la realidad que les
presenta el mundo. Apartes del Título: La flor de loto. Por: Arturo Arguello, columnista
capitalino.
A los que no
estamos amparados integralmente con políticas justas; que de paso somos el
grosor mayoritario del territorio
nacional, no nos pueden mentalizar algunos gobernantes del statu-quo de que
estamos caminando hacia el mejor vividero terrenal.
¡Que están rindiendo cuentas! es una imposición democrática
de ineludible cumplimiento Constitucional.
Como tampoco a
quienes al mismo tiempo permanecemos a la vanguardia de los hechos de
actualidad política y social; no nos harán caer en el desánimo por quienes de
alguna manera en legítima opinión o en democracia cabalgan en la oposición,
pero de manera desproporcionada vienen desanimando
permanentemente a los ciudadanos.
El espíritu de
los jóvenes no gravita en la cronología del ciudadano; sino que en nuestra
conciencia ya viene estimulándose sobre algunos un sentido superior de fe:
_Guarden bien
este mensaje. Aunque el Señor se oculta del pueblo de Jacob, yo confío en él.
En él he puesto mi esperanza_ Profeta Isaías, Cap. 8
Saludo, Julio.